domingo, 25 de marzo de 2012

Relación: Sociedad - Familia - Matrimonio

La adecuada concepción del matrimonio y de la familia, sigue constituyendo  el centro de interés de toda comunidad humana, y su logro es una de las principales preocupaciones del ser humano. De cómo se entienda la familia como institución depende las generaciones actuales y futuras.
Es evidente que la Familia es la célula de la Sociedad, pero, podríamos decir que el Matrimonio es la célula de la Familia”. Por lo tanto, es necesaria la constitución de matrimonios que puedan brindar una formación sólida en valores a cada uno de sus hijos.
Es esperable que la familia posibilite, en su propio desarrollo como sistema familiar, la formación de la identidad de sus miembros. Dentro de la familia, la persona tendrá que desarrollar sus potencialidades, hacerse consciente de su dignidad y prepararse a afrontar su destino único e irrepetible.[1]
Esto se logra si está claro y discriminado, quién es quién, y qué lugar, roles y funciones ocupa cada uno. Los padres deben asumir sus funciones de adultos, para que los niños puedan ser niños.[2] Si se logra una formación íntegra de la persona estamos garantizando la posibilidad de contar con buenos ciudadanos que formen la sociedad en que vivimos.
El objetivo fundamental del matrimonio es la defensa de la vida humana, y no solo para sí sino para brindar a la sociedad sus hijos. Desde el mismo momento de la concepción, los padres saben que están generando un nuevo ciudadano. Desde el simple hecho de tener que asentarlo en el Registro Civil, saben que ese hijo no solo le pertenece a ellos, sino que, a su vez, es integrante de una sociedad.
Por lo tanto, es necesario promueve el desarrollo y la educación de sus miembros para que se integren en la sociedad y que la familia trasmita una identidad nacional y cultural. De no lograrlo, lanzaremos a la sociedad persona individualistas, mediocres o frustradas, que no aportaran nada a la sociedad sino que por el contrario esperaran que la sociedad “haga algo por ellos”. No se sentirán parte sino espectadores.
En estos tiempos en donde vemos aspectos de la sociedad que no nos agrada, tal vez, debamos pensar que la posibilidad de cambio radica en lo que podemos hacer dentro de nuestra familia. Cultivemos dentro de nuestro hogar: la comunicación y el diálogo, la tolerancia y la paciencia, la aceptación y la solidaridad. Pensemos como podemos aplicar estas “palabras” dentro de nuestra familia, así haremos nuestro aporte en la transformación de la sociedad en que estamos inmersos y lograremos buenos ciudadanos.


[1] JUAN PABLO II. Centesimus annus. 39. 1991
[2] Marta Vigo. “Psiología Preventiva y de la Salud”. Ed. Fundación Argentina de Logoterapia.