domingo, 17 de junio de 2012

Día del Padre: la figura que remite al amor, la guía y la autoridad bien entendida


En esta fecha, que no surgió con fines comerciales, se pone de relieve la importancia de la presencia masculina como referencia de los hijos. El rol paterno se modificó con el tiempo, no así el lazo amoroso que une a ambas partes. 
DE LA REDACCION. Celebrar el amor a los padres una vez al año es algo común en nuestra cultura, y en esta fecha los hijos aprovechan para obsequiar algo.
Cuenta la historia que el verdadero origen del Día del Padre surgió el 19 de junio de 1909 en Estados Unidos, cuando una mujer llamada Sonora Smart Dodd quiso homenajear a su padre, Henry Jackson Smart, un veterano de la Guerra Civil que se convirtió en viudo cuando su esposa murió en el parto de su sexto hijo. 
En 1966 el presidente Lyndon Johnson firmó una proclamación que declaraba el tercer domingo de junio como Día del Padre.

Guía y sostén
Ser padre ha sido, la mayor realización para un hombre. La figura del papá nos remite, primero al amor, pero también a la guía, al sostén y a la autoridad bien entendida.
El rol del padre ha cambiado con el tiempo, no así el lazo de amor que une al padre con el hijo. El amor es y ha sido siempre el mismo. 
Con diferentes modalidades, ayer u hoy, papá ha sido y es un pilar en nuestra vida.
Por ello, LA OPINION ha decidido darle otro sentido que el comercial a esta fecha de relevancia. En este informe central se tratará de abordar la importancia de la figura paterna, visto desde diversas ópticas, pero con un mensaje en común: la necesidad de que los progenitores estén presentes en el proceso de crecimiento de sus hijos, que sean guías y observen, a veces desde arriba y otras a la par, su caminar, pero por sobre todas las cosas que hagan fluir en sus criaturas el sentimiento de seguridad”.

Roles
Sin embargo, el padre hoy comparte ese espacio más operativo, conservando su presencia referencial en lo que a la formación de valores respecta. 
El Diario consultó a psicólogos de nuestra ciudad que trabajan especialmente la temática adolescente, por considerar que esa fase del hijo es la más compleja de la vida. Germán Debeljuh, reconocido profesional y docente sostuvo que para analizar el rol paterno en principio tendríamos que pensar en los cambios que se fueron dando a nivel cultural con el paso de los años. “Se han generado características diferentes al asumir otras responsabilidades que antes estaban abocadas a la madre netamente. Hoy los hombres nos permitimos y existe una mayor predisposición a la tarea de la crianza de los niños, y esto permite que se produzca el complemento que necesitan tanto hombres como mujeres en la crianza de sus hijos”, aseguró.

Autoridad
Decíamos que autoridad no debe confundirse con autoritarismo, situación que suele plantearse en esta complicada etapa la adolescencia. Dijo Debeljuh al respecto: “Muchas veces se registran situaciones en las que se desfigura esa presencia como autoridad y esto se da porque los padres quieren complacer o compensar a sus hijos, de alguna manera, por el tiempo de ausencia que ellos experimentan debido a la carga horaria que insume lo laboral. Creo que hemos perdido ese rol de padre, hay que volver a retomar la autoridad pero la que esté ligada a los afectos, la que pueda tener una característica diferente y creo que ese es el gran desafío de esta generación que ha salido de una figura más cercana al autoritarismo. El concepto de autoridad está ligado con el acompañar a nuestros hijos, fundamentalmente en la adolescencia, en este camino que es la vida”.
Debeljuh manifestó como necesario entender que el adolescente está en camino pero no hacia la adultez sino hacia la madurez. “En este caminar, los padres deben diferenciar autoritarismo de autoridad. La autoridad tiene que ver precisamente con acompañar a nuestros hijos, marcarles cuál es el camino y ponerles los límites para que ellos puedan sentirse seguros a la hora de avanzar”.

Deformación
Interrogado sobre la tergiversación de la figura de la autoridad, y el camino a la par que hacen los padres con sus hijos, no imponiendo límites y sólo siendo “amigos”, el profesional explicó que la característica fundamental que tiene la sociedad actual es que los hijos adolescentes se encuentran con padres adolescentes, “padres que no han podido asumir las características que tiene la vida adulta, la maduración, el proceso de saber qué quiero y hacia dónde debo ir. A veces se encuentran padres que quieren competir con sus hijos, y consecuentemente, esto hace que pierdan ambas partes. Tanto los hijos como los padres. El hecho de asumir las responsabilidades, la edad que tiene el adulto, el proceso de maduración como tal, generará una sana educación de mayores hacia menores y adolescentes”.
El profesional dijo que muchos adolescentes se encuentran perdidos porque no tienen como modelos a seguir a sus padres, carecen de referencias y sienten muchas veces que son competidores. “Me parece que lo más adecuado es el retomar la figura, el modelo, lograr que nuestros hijos encuentren un camino más firme, en el que no se desequilibren, por el contrario sientan nuestra presencia como progenitores”, sugirió.

Presencia
Observando la realidad y la actuación de los padres como acompañantes de la vida de sus hijos, también a partir de su actividad profesional Debeljuh citó un dato que considera curioso: “A medida que van creciendo los chicos se van alejando de los padres. En la etapa de la niñez se advierte una fuerte presencia de los padres pero a medida que pasa el tiempo, cuando llega la adolescencia, esa presencia se va diluyendo”.
Para evitar esta situación, Debeljuh recomienda tres pautas a seguir:
“Que el padre esté presente, que pueda haber un referente que no sólo se preocupe por el bienestar de los hijos sino que también se preocupe por estar bien con sus hijos, mantenga una buena relación a lo largo de su vida.
“La otra cuestión fundamental en todas las etapas de la vida, no sólo en la adolescencia, tiene que ver con el diálogo que entre padres e hijos debe haber. A veces como padres y como hombres especialmente nos cuesta generar espacios de comunicación con los hijos, y en este sentido hay que saber que esto es clave.
“Y la tercera cuestión importante es la de demostrar el afecto. Los hombres nos caracterizamos por ser bastante cerrados en este sentido. Creemos que saliendo de la cultura machista nos cuesta aceptar y reconocer el afecto que sentimos para con nuestros seres queridos. Es necesario que los padres expresen lo que sienten por sus hijos”.

Diario La Opinión de PERGAMINO
17 de Junio de 2012

miércoles, 6 de junio de 2012

La contrucción del AMOR



Que contraposición tan clara se plantea sobre la necesidad de APRENDER a AMAR, frente a la vivencia de muchos jóvenes, y no tan jóvenes, que cree que el AMOR cuanto más espontáneo más genuino. La construcción del AMOR se podría comparar a la construcción de una casa.
Por más “ganas” que tengamos en construir tenemos que tomarnos un tiempo para planificar que queremos hacer, con qué recursos contamos y cuáles son las características que tendrá. Es más, no podemos pensar en esta casa, más aún si la pensamos como un hogar, deteniéndonos en este presente, la planificación está abierta a los cambios que se puedan producir en el futuro. Tal vez, no hagamos más que una habitación pero tenemos que dejar proyectada la posibilidad de construir nuevas habitaciones en el futuro.
En la pareja, esta etapa de planificación sería el noviazgo. Precisamente, el noviazgo es la etapa de verificación de la posibilidad real de vivir en unión con la persona de la que uno se ha enamorado. Proyectar como compartir la vida y está abierta a la posibilidad de incluir a futuros hijos en esta planificación.
En esta etapa y, más aún, en la construcción de un matrimonio, será necesario construir cimientos sólidos y con materiales nobles. Sin cimientos la construcción caerá rápidamente frente a los primeros conflictos e inclemencias que aparezcan. Con los cimientos sólidos, las tormentas solo dejarán daños menores y serán oportunidades de superarse. Supone, tiempo y esfuerzo durante la construcción para luego disfrutar de sus comodidades.
Dentro de esta analogía posible, precisamente como ha cambiado la construcción de casas, ha cambiado la construcción de las parejas. Antes la construcción implicaba todos estos elementos, pero hoy, por el contrario, la construcción de una vivienda es rápida, fácil, sin esfuerzo. No necesariamente perdura en el tiempo y frente a determinadas situaciones difíciles termina destruyéndose.
En muchos casos, las parejas se sorprenden a sí misma transformada en una familia, con la aparición de hijos, en las cuales no hay vínculos significativos, sino simples relaciones circunstanciales. La conformación de esta pareja no ha tenido un proceso previo de consolidación de los cimientos en donde se apoye la nueva familia.
El vínculo que establecen un hombre y una mujer en la construcción del AMOR sólido no se compara a ningún otro. Tiene que ser una elección libre, un acto de entrega total y una aceptación del otro. Eric From plantea: “El amor es una actividad, no un afecto pasivo; es un ‘estar continuado’, no un ‘súbito arranque’”. Por lo tanto, el amor no consiste en una entrega ciega, inmediata y sin planificación.
Por el contrario, en esta planificación, la condición indispensable del amor maduro es la reciprocidad. Si el amor no es mutuo, no madura. La confianza, la sinceridad y el respeto son frutos de la reciprocidad. Ésta implica que el amor que uno entrega no tiene restricciones y supone saber que el otro responde con la misma entrega. Si se comienza a poner condiciones, el amor no madura. Por lo tanto, es necesario construir un AMOR sólido, y para ello es necesario tiempo y esfuerzo.
Si queremos reconstruir nuestra sociedad, no habrá tarea más fructífera que la de trabajar en alentar a nuestros jóvenes para que construyan matrimonios sólidos, con posibilidades concretas de construir una comunión entre ellos, que permita alcanzar una comunidad con la llegada de los hijos. Construir MATRIMONIOS sólidos, será la mejor manera de construir una SOCIEDAD más sólida.