viernes, 23 de enero de 2015

Reseña del Manual en la Revista Sembrar Valores N* 65

MANUAL PARA LOS QUE ESTÁN EN CAMINO

Educación – Salud – Adolescencia
Lic. Germán Debeljuh
204 páginas
Editoral Gram

Hay consenso en que escuela y padres tienen que trabajar juntos por la educación de los chicos, hay consenso en que la educación de la sexualidad, adicciones y otros temas tan frecuentes en los adolescentes es conveniente tratarlos en familia. Pero ¿cómo?, parece que nos falta el cómo. El autor es orientador familiar por la Universidad Austral, lic. en Psicología por la Universidad Católica Argentina, colaborador frecuente de nuestras páginas y en la presencia de Sembrar Valores en Pergamino, localidad en la que desarrolla su actividad profesional en consultorio y como docente.
Con su libro ofrece un material de primera para el trabajo en el aula y para que lean los padres y puedan tener respuestas a la amplia gama de problemáticas actuales que pueden influir en la salud de los adolescentes. Apela a la capacidad docente, al compromiso de los alumnos y al acompañamiento de las familias.

Con distintos ganchos de atención: viñetas, imágenes, destacados, recuadros, recomendación de películas, va llevando ágilmente a la asimilación de conceptos que -bien aplicados- contribuirán a la salud de nuestra sociedad.
http://sembrarvalores.org.ar/de-nuestro-equipo-ii/ 

jueves, 8 de enero de 2015

LA INFLUENCIA DE LA CULTURA EN EL CONCEPTO DE SALUD

    La cultura se entiende como el complejo sistema simbólico y material que orienta la producción de ideas, conceptos, creencias y bienes que modelizan y sustentan prácticas, comportamientos y costumbres determinados por aquellos que la integran. El concepto de salud, se enmarca necesariamente dentro de una cultura particular, la cual influye fundamentalmente en el modo en que el individuo la experimenta.
   El ser humano ha hecho esfuerzos de diversa naturaleza por mantener su salud. En las culturas primitivas, se consideraban que existían personas con capacidades para restablecer la salud, para quienes la mayoría de las explicaciones acerca de la salud y la enfermedad, se fundamentaban en la existencia de dioses que curaban y en las virtudes mágicas y hechizos. El “brujo” era curandero por dos virtudes: por su conocimiento de plantas y preparación de brebajes y por su cercanía con los dioses.
  Galeno, nacido en el año 131 A.C., se preguntaba por la causa de las alteraciones de la salud. Cuestionaba la presencia de los dioses en la enfermedad y rechazó enérgicamente la doctrina de quienes querían introducir en la estructura de la enfermedad un elemento sobrenatural. Sin embargo, en la Edad Media se recurre nuevamente al influjo religioso en la presencia de la salud y de la enfermedad.
  En la edad moderna, con el auge de la ciencia, se desarrolló de forma significativa la ciencia anatómica y se produjeron grandes avances en el descubrimiento de principios anatomofisiológicos, y químicos, entre otros, vinculados a las alteraciones de la salud.
  Entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, el desarrollo de los conceptos sobre agentes infecciosos e inmunidad, condujo a una transformación del enfoque de los estudios médicos, lo que llevó a hacer especial énfasis en las fuentes ambientales de microorganismos y las formas de transmisión de las infecciones.
   Podemos encontrar tres modelos médicos:
   1. Modelo Médico Tradicional: es propio de sociedades no occidentales (China e India) ya que tienen una larga tradición escrita. Contiene tradiciones teóricas muy elaboradas, con una única forma de lógica médica que se diferencia de la tradición científica occidental.
   2. Modelo Médico Popular: engloba los sistemas médicos sincréticos de las sociedades históricas trasmitidas de forma oral, es decir, todo aquello relacionado con enfermedad obtenido de la antigüedad.
  3. Modelo Médico Hegemónico: es el conjunto de prácticas, saberes y teorías generadas por el Desarrollo de lo que se conoce como medicina científica. Establece una relación entre el saber y el poder, predominan las fuentes del conocimiento, quedan fuera los factores socioculturales ya que predomina lo biológico.
   En la actualidad, al analizar la salud y la enfermedad se torna imprescindible tener en cuenta no sólo los factores biológicos. Desde lo individual, analizar las creencias, los valores, los conocimientos y actitudes sobre la salud y la enfermedad. Además, tener en cuenta las costumbres, hábitos y comportamientos individuales. Desde los factores socioculturales, observar el nivel económico, trabajo; las condiciones de vivienda, vestimenta, alimentación; accesibilidad a los sistemas sanitarios. No se puede dejar de tener en cuenta el medio ambiente en que viven, el cual influye en la calidad de vida de los habitantes de una determinada región. 
   Todos estos factores influirán significativamente en la percepción de las personas sobre la salud o la enfermedad, asignando a los síntomas distintas connotaciones. En muchos casos, el sistema de creencia de una persona o una comunidad puede originar distintas percepciones con respecto a la búsqueda de ayuda y al cumplimiento de los tratamientos.
    Es importante considerar que pueden existir diferencias culturales entre los profesionales y los pacientes, y que estas diferencias pueden interferir en las indicaciones que se sugieran. Las personas tienen ideas previas sobre lo que es relevante para su salud y se traducen en determinados comportamientos. Por lo tanto, el desafío para los agentes de salud será observar la resistencia a seguir las indicaciones terapéuticas o la incapacidad de asumir comportamientos preventivos y tratar de superarlos.

SALUD, POBREZA Y DESIGUALDAD

   Existe una estrecha relación entre los problemas de salud y las situaciones de pobreza y desigualdad. Esta afirmación se evidencia claramente en los países pobres donde se presentan peores resultados sanitarios que en los países más desarrollados. A su vez, dentro de cada país, se observa que las personas pobres tienen más problemas de salud que las personas de clase medio o alta.
   De este dato se desprende que existe una relación de causalidad bidireccional en la asociación entre la pobreza y los problemas de salud. La enfermedad o la fecundidad excesivamente alta pueden tener un considerable efecto en los ingresos familiares y marcar incluso la diferencia entre estar por encima o por debajo de la línea de pobreza. Además, la mala salud se asocia frecuentemente a considerables costos de atención sanitaria. Pero la pobreza y los bajos ingresos también son causa de mala salud.    
   Los países pobres y las personas pobres sufren múltiples privaciones que se expresan en altos niveles de mala salud. De este modo, las personas pobres se ven atrapadas en un círculo vicioso: la pobreza engendra mala salud y la mala salud mantiene la pobreza.
    El desarrollo económico en estas zonas y el acceso a mayor educación puede romper con este círculo vicioso y generar una mejora sustancial en la calidad de vida de estas comunidades.