sábado, 25 de mayo de 2013

VIOLENCIA FAMILIAR

Violencia Familiar es toda acción u omisión cometida en el seno de la familia, por uno de sus miembros que menoscaba la vida o la integridad física o psicológica o incluso la libertad de otro miembro de la familia, que causa un serio daño al desarrollo de la personalidad.

1. TIPOS DE MALTRATOS

Al hablar de violencia o maltratos, la primera idea que surge es que nos referimos a golpes y agresiones físicas. Pero, estos son sólo algunos tipos de maltratos que una persona puede ejercer sobre otra. Los insultos, las descalificaciones e incluso los silencios, pueden resultar aún más dañinos que una trompada.
Una clasificación posible sería la siguiente:
Ø Maltrato emocional o psicológico: indiferencia, desconfianza, descalificación, humillación, amenazar, gritos e insultos, ridiculizar al otro frente a terceros, anular la sociabilidad de las personas, culparla de todo lo que suceda, golpear puertas o romper objetos.
Ø Maltrato físico: golpear, tirar de los pelos, empujones, cachetadas, quemaduras, inmovilizar al otro, dañar con objetos o armas, cualquier empleo de la fuerza que pueda dañar o lesionar el cuerpo o la salud de la otra persona.
Ø Abuso sexual: forzar a tener relaciones sexuales, obligar a realizar actos que la otra persona no quiere, mantener relaciones sexuales bajo amenaza y no solo el contacto físico, sino también, participar de situaciones de exhibicionismo o participar en material pornográfico.
Ø Negligencia: abandono o falta de cuidados básicos hacia un niño o un anciano.
Podríamos nombrar más tipos de maltratos como el económico, el de distribución de tareas, el trabajo infantil, entre otros.

2. VINCULOS FAMILIARES

El maltrato se puede dar fuera del ámbito familiar –allí hablaríamos de Violencia social- o bien dentro del mismo seno de la familia. En este caso, toda la familia sería víctima de esta violencia, padres e hijos. Las direcciones de la violencia entre los vínculos familiares pueden ser tantas como combinaciones posible se puedan dar: de padres a hijos, de hijos a padres, de esposo a esposa y esta a su vez hacia los hijos, hacia los abuelos.
Un ejemplo frecuente sería: el padre maltrata físicamente a su esposa, y esta maltrata psicológicamente a sus hijos. Por lo tanto, es importante ver cual es el tipo de maltrato que se ejerce y como se dan en los vínculos.

3. MALTRATO INFANTIL

Como hemos visto antes, los niños pueden sufrir todo tipo de maltratos, desde conductas de desvalorización, humillación y culpas, hasta abusos sexuales, pasando por todo tipo de maltrato físico, que pueden llegar a provocar lesiones graves e incluso la muerte. Estos son provocados, precisamente, por aquellos que tendrían que cuidarlos y protegerlos, lo cual genera una confusión por parte del niño y una alteración importante en el desarrollo de su personalidad.

Indicadores de Maltrato

 
v Pasividad, timidez
v Comportamientos agresivos
v Inhibiciones en los juegos
v Comportamientos regresivos (succión del pulgar, enuresis, encopresis)
v Temor al contacto de los adultos Comportamientos autodestructivos
v Problema de aprendizaje
v Frecuentes quejas de dolores y Golpes inexplicables o en lugares pocos comunes
v Falta de cuidado en general
v Fugas frecuentes

Indicadores de Abuso
v Conocimientos sexuales inusuales para su edad
v Lastimaduras en genitales externos
v Dificultades para caminar
v Grave desestructura-ción de la personalidad

3.1. Abuso Sexual

En cuanto a los abusos sexuales, son aquellas situaciones en las que un adulto utiliza su relación con un niño/a o adolescente para obtener satisfacción sexual. A diferencia de lo que se piensa, la mayoría de los casos de abuso sexual son perpetrados por algún familiar directo o político. En los otros casos serían abuso sexual extrafamiliar o violaciones.
Las conductas abusivas pueden implicar o no contacto sexual. El contacto físico incluye toda conducta en la que el agresor toque zonas de claro significado sexual (caricias en pechos y/o genitales, sexo vaginal, oral o anal). Otras como el exhibicionismo, el pedido de realizar actividades sexuales o de participar en material pornográfico.
El agresor es, generalmente, un miembro de la familia o un allegado, que emplea “seducción” para hacer creer al niño/a que lo que le propone es legítimo y natural. Si el niño/a se resiste el adulto utiliza amenazas o fuerza física. No hace falta que sea un adulto, una persona con una diferencia de, por lo menos, 5 años con respecto a la víctima, también se consideraría un abusador. El contacto sexual se da en forma progresiva y se puede prolongar por años, persuadido de que se guarde el secreto o por amenazas sostenidas.
En la mayoría de los casos, si esto sucede dentro del ámbito familiar, es precisamente la familia quien trata de ocultar la situación, negar el hecho modificando la versión, y la propia víctima, presionada por sus familiares, puede cambiar los dichos iniciales.

4. MALTRATO EN EL NOVIAZGO[1]

A partir de los 15 años y hasta antes del matrimonio, en la adolescencia se comienzan a aprender y a ensayar nuevas formas de comportamiento acordes con su creciente libertad e independencia de la familia de origen como para adoptarlas en su vida futura. Las conductas violentas en las relaciones de pareja no formales no son percibidas como tales ni por las víctimas ni por los agresores, pues generalmente se confunden maltrato y ofensas con amor e interés por la pareja.
Esta "normalización" de la violencia en los patrones de convivencia es el origen del maltrato. La violencia en los noviazgos es una problemática silenciada, excepto cuando la gravedad del caso toma estado público, siendo las adolescentes y las jóvenes las principales afectadas y vulneradas en sus derechos.
Los tipos de violencia en el noviazgo son física, verbal, psicológicas, económica y sexual, que no son excluyentes entre sí. Las consecuencias en la persona agredida son depresión, baja autoestima, aislamiento, fracaso escolar y bajo rendimiento laboral.
El maltrato a la pareja puede ocurrir en cualquier momento, desde la primera salida juntos o hasta transcurridos varios años de relación. La diferencia con respeto a otros tipos de violencia es el proceso de socialización y adquisición de roles de género en los adolescentes, mismos que determinan el dominio como comportamiento masculino y la sumisión como femenino. Se debe sumar a esto, la idealización del "amor romántico" que todo lo puede superar y todo lo perdona, así como por el carácter informal y efímero de la relación.
Podemos citar algunas de las conductas frecuentes que pueden ser consideradas signos de violencia en el noviazgo:
1.     Chistes descalificantes sobre la pareja y las mujeres en general.
2. Desaparecer por cortos períodos de tiempo, dando lugar a amplias justificaciones.
3.     Amenazar con terminar la relación, pero no hacerlo.
4.    En las discusiones, manipular tratando de demostrar que es muy tolerante ante sus demandas.
5.     Negar la relación con la pareja o ridiculizarla.
6.     Hacer burla del aspecto físico o logros alcanzados por la pareja.
7.     Acariciar agresivamente, haciendo daño.
8.     Acoso sexual.
9.     Prohibirle que continúe relaciones con amigas, amigos, familia, compañeros de trabajo, compañeros de estudio.
10.  Negarle la posibilidad de iniciar o continuar pertenencia a grupos culturales, artísticos o políticos.
11.  Obligarla a peinarse, vestirse o maquillarse a su gusto.
Así como la violencia se aprende y se repite, también hay mecanismos para neutralizarla o evitar que se produzca a través de nuevas formas de relacionarse y de encarar los conflictos. Se debe partir de la aceptación de que se vive un noviazgo violento ya sea como agresor o como víctima.

5. MALTRATO CONYUGAL

El maltrato conyugal es el que se ejerce entre los cónyuges o esposos, en la mayoría de los casos, del hombre hacia la mujer, en otras, entre ambos y en algunas más de la mujer hacia el hombre.
Las víctimas tiene características comunes:  una baja autoestima (“no valgo nada”, “soy una inútil”), necesidad de dependencia (“sin él , yo no puedo”), se siente culpable de los motivos de enojo de su marido (“yo lo provoqué”), esperanza de cambio (“yo lo voy a cambiar”), minimización de los sucesos (“no fue nada”) y una “esperanza de cambio” que nunca llega (“con el tiempo las cosas van a cambiar”, “él me prometió que va a cambiar”). Por lo tanto, llega a una situación de indefensión en la cual no puede reaccionar o siente que se tiene que mantener esa posición por el sostenimiento de la familia. En la mayoría de los casos, el marido logra aislar a su mujer de su familia de origen y sus amistades, para mantenerla siempre bajo su control. Esto la lleva al aislamiento y la apatía, conductas autodestructivas y descuido físico.
Algunas características de los agresores son: deseo de control y manipulación, actitud crítica y desvalorización, violencia hacia terceros o “doble fachada”, gran capacidad de persuasión, pensamiento rígido, cambios súbitos de humor, silencios prolongados e indiferencia, resistencia al cambio y, en muchos casos, abuso de alcohol o drogas. A pesar de todo esto, aparece una gran dependencia emocional y una minimización de todo lo que provoca. Es probable que repita su conducta violenta sucesivamente con otras mujeres.
En algunos casos, el marido aparece como una persona violenta, agresiva, transgresora de toda norma. En otros casos, por el contrario, el hombre aparenta, fuera del hogar, una imagen de padre modelo, afectuoso y respetado por todos, pero dentro de su familia, se muestra violento, agresivo, dominante y autoritario. En ambos casos, suele haber antecedentes de violencia familiar, tanto en la víctima como en el agresor, que sostienen esta situación de violencia y dolor.

3.1. Círculo de la Violencia Conyugal

Es frecuente que en las primeras ocasiones de violencia la mujer reaccione, hasta que entra en lo que muchos llaman el Círculo de la Violencia Conyugal:
En la primera fase se acumula tensión por cualquier motivo, aún sin razón, acompañado de insultos, reproches y malestar permanente y creciente. Hasta que se llega a la fase aguda de golpes o descarga, en donde se comienza con todo tipo de agresión física violenta e incontrolable. En la tercera fase, el hombre vuelve arrepentido de todo lo sucedido, con promesas de cambio, regalos, y comenzará la “luna de miel”, período de calma y buen trato. Pasará cada vez menos tiempo para que el círculo se ponga nuevamente en movimiento, aumentando, cada vez más, el grado de violencia.

• La violencia no es una forma saludable ni beneficiosa de relacionarse. Nada justifica el maltrato.
• La asiste una legislación a la cual puede apelar y que contempla formas de protección.
• Estas situaciones son modificables.
• Se puede cambiar pero no se puede sola.
• Se necesita atención de profesionales e instituciones especializadas y el acompañamiento de vecinos, amigos, familiares.
• Necesitar apoyo psicológico no quiere decir ser enfermo mental.
• El agresor también puede incluirse en un tratamiento.
En esta situación, es necesario plantear que, generalmente, es la mujer la única que puede cortar este círculo con una actitud firme y, en algunos casos, recurriendo a la Justicia, para que esta intervenga imponiendo el alejamiento y el tratamiento del agresor. Más allá de hablar de víctimas y victimarios, es necesario tener en cuenta que todos son víctimas de la violencia. Incluso el agresor es víctima ya que, en la mayoría de los casos, fueron esos los modelos aprendidos. Por lo tanto, el agresor merece tanta ayuda como los agredidos.

En síntesis: es importante estar atento a estas situaciones pueden suceder dentro de nuestra familia o la de algún amigo. Es necesario pedir ayuda y que toda situación de maltrato y violencia se conozca. Si hemos sufrido maltratos debemos modificar esta conducta para evitar que repitamos ese modelo aprendido. Depende de cada uno, el poder romper esta cadena de violencia y saber que nada justifica la agresión y que hay otras maneras de solucionar un conflicto, dentro o fuera de la familia.



[1] Plan de Igualdad de Oportunidades y de Trato para Varones y Mujeres 2005-2009. Municipalidad de Rosario

martes, 19 de marzo de 2013

“Más vale estar solo que mal acompañado”

A partir de esta expresión, la sabiduría popular nos invita a reflexionar sobre las relaciones interpersonales. En este caso quisiera aplicarla, puntualmente, a las relaciones de pareja. Este dicho nos aconseja, claramente, que es preferible la soledad a una compañía que nos brinde la contención que necesitamos en nuestra vida.
En muchas relaciones de pareja, uno podrá observar que no hay reciprocidad en el afecto, o que las diferencias de preferencias e incluso de personalidad, son tal que implican un costo muy alto para el sostenimiento de la relación. Desde afuera uno se podrá preguntar, entonces, qué es lo que lo lleva a soportar tal costo, con incluso humillaciones, desplantes y hasta agresiones (no siempre físicas).
Obviamente, que en este tema, como en tantos otros, no es bueno generalizar. Pero, si lo pensamos desde esta expresión, para que uno pueda tomar la decisión de “estar solo”, necesitaría, previamente, enfrentar lo que implica la soledad.
No es solamente el hecho de estar solo. Muchas veces uno puede, incluso estando acompañado, sentir una profunda sensación de soledad. Enfrentar la soledad implica necesariamente enfrentarse con uno mismo. Implica conocer sus virtudes, pero también sus defectos, aquellas miserias y aspectos más oscuros de nuestra personalidad. Enfrentar cierto nivel de angustia que puede asociarse con ciertas pérdidas vividas y poder superarlo. Poder reconocer estos aspectos y, fundamentalmente, aceptar aquellas cosas de nuestra propia vida, incluso de nuestra propia historia que no nos permiten estar bien con nosotros mismos.
Aquel que no pueda enfrentar esta soledad, seguramente, aceptará estar “mal acompañado” con todo lo que esto implica. El hecho de aceptar una compañía que no nos brinde precisamente todo eso que necesitamos, pero que nos dé una seudosensación de tener alguien que nos ayude o que nos apoya, a la larga lo que hace es generarnos una angustia mayor.
Pero claro, tenemos el consuelo de estar con otro que está cerca, disimula la sensación de soledad. La presencia de esta persona puede ocultar muchos aspectos que la soledad pone en evidencia. El sostenimiento de la relación se asume precisamente para no estar solo, hasta que la relación comienza a desgastarse y entra en un círculo peligroso: no puede estar sin el otro pero tampoco puedo estar con él.
Para que una pareja alcance el amor maduro, no basta con el amor, es necesario que cada uno aporte a la relación su propia madurez y su compromiso. El miedo a la soledad nunca es buen consejero. Por el contrario, se puede generar una relación de suma dependencia en donde es difícil que se alcance la madurez del amor a pesar el sentimiento que los una.
El amor maduro no se da ‘porque sí’: “se construye entre dos personas afines y maduras que se conocen y se aceptan como son. Se afianza con el servicio, con el constante deseo de darse sin condiciones, y crece permitiéndole a ambos independencia, libertad, autonomía”.[1] Si cada uno aporta seguridad, confianza, respeto y la pareja se retroalimenta en la comunicación y la ayuda mutua, el logro de la madurez se dará naturalmente. Si la pareja busca la madurez, alcanzará la felicidad.
Si, por el contrario, lo que cada uno aporta es miedo a la soledad e inseguridad, el resultado será una relación de dependencia, que se alejará cada vez más de la felicidad. Por lo tanto, cabe la reflexión final: ¿Es preferible estar mal acompañados para evitar estar solo?  


[1] SÁNCHEZ, CARLOS CUAUHTÉMOC. Juventud en Éxtasis. Ediciones Selectas Diamante. 1994. Pág. 88.

miércoles, 9 de enero de 2013

Decálogo del Aprendizaje de Valores

1.- Enseñar con el ejemplo, más que con las palabras
2.- Promover el descubrimiento de los beneficios de vivir los valores
3.- Mostrar las dificultades que se pueden presentar al vivir los valores
4.- Sólo se enseñan desde la convicción y la pasión por lo que se enseña
5.- Los valores no son sólo teorías, hay que bajarlas a la realidad
6.- A partir de los anti-valores, también se pueden aprender los valores por confrontación
7.- Los valores no se pueden vivir solo, necesitamos de la compañía de otros que compartan los mismos valores
8.- Los valores surgen desde la libertad, nadie puede imponer a otro vivir en valores
9.- Es necesario sostener los valores más allá de los obstáculos que se puedan presentar
10.- El desafío es vivir los valores, allí encontraremos la verdadera FELICIDAD.

martes, 30 de octubre de 2012

¡Dónde dos no quieren…uno no puede!

       Parafraseando un dicho popular, quisiera reflexionar sobre el proceso de ruptura de una pareja. Está expresión hace referencia al momento en donde uno se da cuenta que está poniendo todo de sí para llevar adelante un proyecto de vida en común, mientras que la pareja es un mero espectador. No es fácil llegar a tomar la decisión que un proyecto que se construyo de a dos, por la decisión de uno, no pueda continuar.
Las razones para cortar con una relación amorosa son variadas y plagadas de distintas situaciones. No es mi intención detenerme en su enumeración. Tampoco creo que sea posible. Donde sí me quiero detener a reflexionar es el proceso de ruptura que se da cuando uno de los dos quiere construir ese proyecto en común y el otro no.
En el comienzo de una relación amorosa[1] se dan distintas instancias hasta que llega el momento de construir un proyecto que involucra a ambos. Es lógico pensar que en este proceso se tiene que dar una cierta sintonía en ambas personas. Que sea lógico no garantiza que efectivamente suceda así. El proceso es dinámico y puede ser que uno se adelante, mientras que otro, nunca llegue. En ese caso, la ruptura será cuestión de tiempo.
En general, son muchas las instancias previas donde se van tratando de pulir las asperezas que se presentan en una relación de pareja. Complementar similitudes y diferencias no es tarea fácil. Lleva tiempo, diálogo, encuentro y, sobre todo, reciprocidad. Si en la relación de pareja los esfuerzos no son parejos, no llegarán muy lejos y llegará el momento de tomar una decisión.
Hay dos situaciones que se desprenden de la frase que quisiera puntualizar. En la primera, puede suceder uno “quiera” y el otro no. Puede suceder que uno este sintiendo un amor maduro, sólido y comprometido, y otro un simple afecto, cariño o bienestar. En la segunda, frente a los obstáculos que se puedan presentar, puede ser que uno “quiera” superarlo y el otro no. Puede suceder que uno ponga todo el esfuerzo y el sacrificio para solucionarlo, mientras que el otro se convierta en una carga, un peso, un lastre.
Entonces, uno tendrá que tomar una decisión. El otro, ya la tomo, “no quiere” seguir con la relación ni desde lo afectivo y ni el esfuerzo. No hay amor verdadero. Tal vez, nunca lo hubo, solo palabras bonitas y algún gesto de cariño. En cuanto podemos identificar esta situación, no es bueno postergar la decisión. Cuanto más se postergue más doloroso será.
A partir de esa decisión, comienza un proceso difícil de sobrellevar, tan difícil como afecto se puso en juego. A mayor AMOR, mayor DOLOR. Podemos comparar la decisión de romper con ese proyecto en común, como un proceso de duelo. Salvando las diferencias, aquí no murió nadie pero llegó a su fin un proyecto de dos.
Generalmente, la negación fue la última etapa vivida en la pareja. Muchas veces, amigos y familiares, fueron dando muestras que la relación no tenía futuro. La negación, como mecanismo de defensa, permitía que uno siguiera adelante con la pareja. Cuando la negación cae, la decisión llega.
Por lo tanto, la primera etapa está signada por la bronca y el enojo. Incluso, es tanta la bronca que se oculta nuestro afecto hacia esa persona. Pasamos, rápidamente del AMOR al ODIO. Si nos dejamos llevar por ese enojo, seguramente nos arrepentiremos de lo hacemos en ese estado. Lo peor, que en cuanto nos descuidamos, el Amor vuelve a surgir y nos vuelve a confundir. Entonces, ¿donde uno quiere, dos pueden? Evidentemente, no.
Casi sin darnos cuenta se puede entrar en etapa de negociación donde, confundidos por el afecto, se intenta retomar el proyecto frustrado. Pero si el otro solo viene con promesas y “buenas intenciones” pero si el deseo profundo de cambiar, tarde o temprano, nos daremos cuenta que: “Donde dos no quieren…uno no puede”.
En algunos casos esta etapa puede estar presente o se pasa directamente a la siguiente. La angustia se hace presente al darse cuenta de lo que sucedió, que no hay vuelta atrás, y que el proyecto llegó a su fin, el dolor se hace presente con suma intensidad. Las lágrimas no nos permiten ver con claridad. La compañía de nuestros seres queridos, la continuidad de nuestras actividades y la resignación de lo vivido nos permitirá llegar a la última etapa.
A veces, el camino no es recto, y solemos retroceder etapas, vuelve el enojo y la bronca, o se buscan culpables, o se siente una terrible culpa. Se inventan excusas y justificativos para no aceptar que el otro no quiere y que, tal vez, sea posible si uno puede. Al poco tiempo, tropiezos mediantes, las excusas cae y los justificativos se vuelven injustificables.
El tiempo de todo este proceso depende de cada uno. No se puede hablar de días o meses establecidos como una fecha de vencimiento. Es un proceso, y como tal, depende de cómo uno lo vaya viviendo. Pasado el tiempo de mayor dolor, comienza la etapa de aceptación.
Esto nos permitirá cerrar esta relación de tal manera que podamos estar abiertos, nuevamente, a conocer a otra persona y establecer un nuevo vínculo. No se trata de negar la relación anterior, ni olvidar a esa persona. Por el contrario, rescatar todo lo aprendido de esa experiencia permitirá encarar una nueva relación fortalecidos por la anterior. Y, sobre todo, darnos cuenta que “Donde dos no quieren…uno no puede”. Por el contrario, Donde dos quieren todo se puede.

domingo, 12 de agosto de 2012

"Educación Sexual Integral - Para charlar en Familia"


Opinión crítica sobre el Manual de Educación Sexual del Ministerio de Educación de la Nación:

v En primer lugar, es necesario reconocer el intento del Ministerio de Educación de dar a los padres un instrumento de información y formación para sus hijos. Si bien, hay cuestiones de forma y de fondo a revisar, es clave que los hijos necesitan hablar, necesitan ser escuchados y necesitan de nuestra palabra, aunque lo nieguen o se resistan.
Como padres, muchas veces no sabemos qué decirles ni por dónde empezar. Este cuadernillo plantea un orden de temas muy interesantes, con una secuencia que permitirá a los padres comenzar a transitar los temas claves a tratar. En cuanto a las cuestiones de forma a objetar, las imágenes y dibujos que acompañan el contenido del cuadernillo, considero que no son apropiadas hasta, en algunos casos, bizarras.
v En cuanto a las cuestiones de fondo, analizaremos algunos puntos en particular, pero en general podríamos decir que sólo se queda en el plano de la información, sin avanzar hacia lo más importante, la formación en valores de nuestros hijos. No alcanza con explicarles el contenido del texto, ni tener un par de charlas, será necesario invertir tiempo y largas conversaciones para hablar de sexualidad y de tantos otros temas.
Es necesario instalar la idea de que no sólo hay que hablar de sexo –cuestión que desarrolla explícitamente el cuadernillo– sino hablar de cómo vivir la sexualidad plenamente y con responsabilidad para alcanzar la felicidad. Si logramos transmitir valores a nuestros hijos, lograremos formar personas maduras, que sepan realmente lo que quieren, no sólo con la sexualidad, sino para con sus vidas y que desarrollen la voluntad para hacerlo, y no personas que se dejen llevar ciegamente por los impulsos y los deseos.
v Al plantear el tema del embarazo y el nacimiento, al momento de hablar del embrión dice “es como un puntito muy pequeño que, en la panza de la mamá, va creciendo”.[1] El embrión no es ninguna clase de puntito, es una persona. “Todo individuo de la especie humana comienza su existencia cuando un espermatozoide humano penetra en un ovocito humano, en lo que se denomina la etapa de fertilización”.[2]
Desde ese momento, ya no es una “cosa” sino que es una “persona por nacer”. Si consideramos que es un “puntito”, estamos dejando la puerta abierta para que se considere que es posible liberarse de este “producto” a través del aborto. No hay dudas científicas que ese “puntito” es una persona y, por lo tanto, debe ser cuidado y protegido.
v Un párrafo en el que quisiera detenerme es cuando plantea que “todos tenemos derecho a la identidad, es decir, a saber la verdad sobre nuestro origen”.[3] Cada vez con mayor frecuencia, se observa situaciones que violan este derecho en la sociedad en que vivimos. Donación de esperma o de óvulos en forma anónima, vientres alquilados, hijos con dos padres o dos madres, son ejemplos en donde, muchas veces, esos hijos no saben, ni van a saber nunca, quienes son sus verdaderos padres biológicos. Si desde la Presidencia de la Nación, valoran el derecho a la identidad, es necesario revisar las legislaciones para que se cumplan en todos los casos con este derecho universal.
v Al plantear “la menstruación se centra la pérdida de sangre de la vagina”[4] y no el proceso más importante del ciclo que es la ovulación. El desafío como padres o educadores es explicar este ciclo ovárico como la capacidad de cada mujer para dar vida y no la menstruación como un simple ‘sangrado’.
v No coincido con el texto cuando se refiere a que “la masturbación cumple un papel importante en el desarrollo sexual”, menos aún, como “un signo de que la infancia va quedando atrás”.[5] Son otros los signos que marcan el paso entre la niñez y la adultez, no la masturbación. Con este planteo, le dan un valor superlativo a la masturbación. Enrique Rojas, lo plantea de otra manera: “La masturbación aparece en las fases tempranas de la sexualidad masculina, como una forma de autoerotismo con carácter de fase, que se da en casi todos los hombres.”[6]
Si bien, las mujeres pueden masturbarse, el cierre del párrafo es una invitación para que se masturben, sin plantear que, tanto para los varones como para las mujeres: “Uno de los problemas es que la masturbación se convierta en un hábito, que puede llegar a alcanzar niveles de adicción cuando el joven es incapaz de dominar su impulso autoerótico. En algunos casos se puede hablar de verdadera compulsión masturbatoria.”[7]
v Se ha sostenido que el preservativo es el ‘único’ método anticonceptivo capaz de evitar el contagio. Esta afirmación es, por lo menos, falaz. No es el único ni es 100% seguro. Distintas investigaciones plantean que el preservativo como anti-conceptivo tiene una eficacia que oscila entre el 95% y el 98% para evitar embarazos. La posibilidad de contagio del HIV tiene un margen de error aún mayor. En un artículo de la Organización Mundial de la Salud, sobre la efectividad del preservativo en la reducción de la transmisión del VIH en heterosexuales, se plantea: “Resulta imposible, desde el punto de vista ético y logístico, realizar estudios clínicos controlados aleatorizados para comprobar si el uso de preservativos reduce el riesgo de transmisión del VIH. Por lo tanto, la opción es basarse en estudios observacionales, que intrínsecamente acarrean un riesgo de sesgo. En dichos estudios, se halló que el uso constante de preservativos da como resultado una reducción del 80% en la incidencia del VIH”.
Por lo tanto, la relación sexual con preservativo no es sinónimo de ‘sexo seguro’, ni para evitar el SIDA, ni otras enfermedades de transmisión sexual, ni para impedir un embarazo no deseado.
v El texto plantea como opción frente a la rotura u olvido de métodos anticonceptivos, la anticoncepción hormonal de emergencia. Existe consenso en la comunidad científica para afirmar que el mecanismo de acción del levonorgestrel aún no está totalmente esclarecido, en especial en lo relacionado a sus mecanismos postovulatorios, por lo tanto, no existe la seguridad que no sea abortivo. En nuestro país, el aborto provocado por cualquier método está prohibido, sin embargo, desde el Programa Nacional de Salud Reproductiva, distribuyen esta droga gratuitamente. Lo que sí está claro, que “la píldora del día después” no es un método anticonceptivo y que su uso periódico no es recomendado, aún para los que están a favor de la Anticoncepción de Emergencia. No es eficaz para evitar las infecciones de transmisión sexual, ni evita el contagio del VIH.
v Al plantear los métodos anticonceptivos, insiste en decir que el preservativo es el único método que previene las ITS. Este planteo es nuevamente falaz. En el caso de la clamidia, el virus del papiloma humano (HPV) y el herpes genital, el uso de preservativos ofrece una mala protección pudiéndose producir el contagio aún utilizándolo correctamente.
v El texto tampoco hace referencia a las recomendaciones “ABC” (abstinencia, fidelidad y condones) para prevenir las infecciones por el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual, que amplía la visión de la prevención. Estas recomendaciones, avaladas por 140 expertos científicos de 36 países de todos los continentes y propuestas en 1996, fueron ratificadas en un Consenso Internacional. Su eficacia ha quedado comprobada en varios países, entre ellos Uganda, donde se redujo notablemente la propagación del HIV.
“La letra ‘A’ de ‘abstinence’ (en inglés, ‘abstinencia’), significa que lo prioritario y 100% eficaz para prevenir la infección es abstenerse de relaciones sexuales, y esto es realista en la práctica recomendando a los jóvenes que retrasen al máximo el inicio de relaciones sexuales. Lo mismo se puede decir de la monogamia mutuamente fiel, representada por la ‘B’ de ‘be faithful’ (en inglés, ‘sé fiel’). Finalmente, y en el caso de que fueran rechazadas las recomendaciones anteriores, se habla de la ‘C’ de ‘condom’, recomendando el uso de condones pero advirtiendo que reducen, pero no eliminan totalmente, el riesgo de contagio”.[8]
A partir de estas recomendaciones, el planteo a los jóvenes es diferente. Revalorizar el tiempo de espera antes de mantener relaciones sexuales y poner énfasis en la fidelidad son valores que no pueden estar sujetos a modas o tendencias. Si bien la utilización del preservativo permite disminuir el riesgo de contagio de enfermedades o de embarazo, no aporta valor a la integridad de la persona ni a la construcción de un vínculo significativo con el otro.
v Para terminar, en ningún momento se plantean temas tan centrales para la vivencia de una sexualidad plena como son el noviazgo y el matrimonio. Ciertamente, son las bases que darán comienzo a una familia.
Es responsabilidad de los padres, inculcarles a los hijos el noviazgo como etapa en donde se verifica la posibilidad real de vivir en unión con la persona de la que uno se ha enamorado y la de construir un futuro matrimonio sólido, estable e indisoluble, fundamento de la familia. “El sentido del noviazgo es la existencia o inexistencia, entre los novios, del entendimiento básico para compartir un proyecto común de vida”.[9]
Por otro lado, hemos escuchado decir que “Familia es la célula de la Sociedad”, pero, podríamos decir que el “Matrimonio es la célula de la Familia”. Por lo tanto, es necesaria la constitución de matrimonios que puedan brindar una formación sólida en valores a cada uno de sus hijos. En ningún momento, hace referencia a la institución del matrimonio desde esta óptica.
La adecuada concepción del matrimonio y de la familia, sigue constituyendo el centro de interés de toda comunidad humana y, su logro, es una de las principales preocupaciones del ser humano. Cierro con palabras de Juan Pablo II: “Dentro de la familia, la persona tendrá que desarrollar sus potencialidades, hacerse consciente de su dignidad y prepararse a afrontar su destino único e irrepetible.”[10] De esto también tenemos que CHARLAR EN FAMILIA.
  
BIBLIOGRAFÍA:

v Manual de Educación Sexual del Ministerio de Educación de la Nación.
v Apuntes de Cátedra.
Ø  Anatomía y Fisiología de la Reproducción
Ø  El comienzo de la vida humana
Ø  Métodos de regulación de la Fertilidad
Ø  Planificación Familiar Natural
Ø  Amor Humano
Ø  Conversaciones con Josemaría Escrivá de Balaguer
Ø  Desarrollo humano y creación de valor en la madurez
v Wojtyla, Karol. Amor y Responsabilidad. Madrid, Razón y Fe, 1978.
v Enrique Rojas. Los lenguajes del deseo. Ed. Planeta
v López, Cristina - De Irala Jokin. Medicina Preventiva y Salud Pública Universidad de Navarra www.cun.es  
v Conen, Cristian. Claves para saber amar. Ed. Dunken. 2005.
v Centesimus annus. 39. 1991.


[1] Educación Sexual Integral. Ministerio de Educación. Pág. 11. 2011
[2] Apunte de cátedra: El comienzo de la vida humana
[3] Educación Sexual Integral. Ministerio de Educación. Pág. 13. 2011
[4] Educación Sexual Integral. Ministerio de Educación. Pág. 19. 2011
[5] Educación Sexual Integral. Ministerio de Educación. Pág. 21. 2011
[6] LOS LENGUAJES DEL DESEO. Enrique Rojas. Ed. Planeta
[7] LOS LENGUAJES DEL DESEO. Enrique Rojas. Ed. Planeta
[8] LÓPEZ, CRISTINA - DE IRALA JOKIN Medicina Preventiva y Salud Pública Universidad de Navarra www.cun.es  
[9] CONEN, CRISTIAN. Claves para saber amar. Ed. Dunken. Argentina. 2005. Pág. 44.  
[10] JUAN PABLO II. Centesimus annus. 39. 1991.