Nadie
duda que Messi es uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol
mundial. La discusión comienza cuando lo vemos jugar en el Barcelona de una manera diferente a la que juega en la Selección Argentina.
No
hace falta ser un experto del fútbol para darse cuenta la soltura con la que
juega en el Barça. No es que los oponentes no
lo marquen, no es que sus compañeros sean mejores, ni siquiera es una cuestión
técnica. Messi disfruta jugando al fútbol y eso lo hace de 10…y eso se nota en
el Barça.
Sería
una necedad pensar que Messi no quiere jugar en la Selección Argentina. De
hecho lo hace cada vez que es convocado. Sería una necedad mayor pensar que no
quiere ganar con la Selección Argentina. No dudo que el pone lo mejor de sí
para lograrlo. Pero hay una realidad, las mismas jugadas que se propone hacer
en la Selección no tienen la misma eficacia que en Barcelona. Insisto que no
son los oponentes, no son los compañeros, ni es el técnico de turno…es él el
que juga diferente. Messi tiene que jugar al fútbol y lo tiene que hacer de 10…pero
eso no se nota en la Selección.
Seguramente
el lector atento se habrá dado cuenta la diferencia en la redacción de las
oraciones de los últimos dos párrafos y a esa diferencia voy a referirme. Cabe
aclarar que no lo conozco personalmente a Lionel Messi, que mi conocimiento
sobre el fútbol no es más que el haber jugado en algún potrero y mirar – no
mucho- fútbol, pero si me considero un estudioso de las conductas humanas.
Sin
dudas, Messi es un ser humano, que siente, sufre, goza, llora y ríe, como usted
y yo. Desde ese lugar, me dispongo a realizar una aproximación de lo que le
puede pasar a Messi y, seguramente, lo que le pasa a muchas personas.
Volvamos
al planteo, ¿cuál es la diferencia entre los resultados en jugar en Barcelona y
tener que jugar en la Selección? Cómo decía, en los enunciados anteriores está
la diferencia. En el Barça, Messi disfruta
jugar al fútbol. En la Selección tiene que jugar al fútbol. Pero el
rendimiento es diferente. Porque mientras
disfruta del juego no está pensando en el resultado, en cambio, mientras que
piensa en el juego no está disfrutando del resultado. E insisto, no es que
quiere jugar mal, todo lo contrario, quiere jugar mejor. Pero esa
intencionalidad de jugar mejor, de buscar el máximo rendimiento y el mejor
resultado, es lo que hace, paradójicamente, que no se den.
Viktor
Frankl afirma: “Por irónico que parezca, de la misma forma que el miedo hace
que suceda lo que uno teme, una intención
obligada hace imposible lo que uno desea a la fuerza”.[1] Messi
quiere jugar “de 10” en la Selección, necesita imperiosamente obtener
resultados, y no para la prensa o la hinchada, ni necesariamente para su país,
sino, fundamentalmente, para él mismo. Y cuanto más quiere, menos puede. Esa ‘intención
obligada’ le juega una mala pasada y atenta con su habilidad indiscutible.
Cuando
uno ve que la misma jugada que realiza en el Barça, la realiza en la Selección, la pelota no va al mismo lugar. Es que en
la segunda él tiene la ‘intención’ de colocarla en ‘ese lugar’, mientras que en
Barcelona, disfruta del juego y no se lo propone…simplemente sucede, la pelota
va a ‘ese lugar’ inalcanzable para el arquero. Cuando vienen a marcarlo cuatro
rivales y en el Barça los elude
a los cuatros, en la Selección pierde la pelota porque está pensando como
eludirlos. Esas fracciones de segundo que utiliza para pensar la mejor jugada
atenta contra su rendimiento. Mientras que, cuando disfruta del juego, solo se
deja llevar y el rendimiento no se hace esperar.
Él
tiene la técnica, no tiene que pensar usarla, simplemente tiene que dejarla
salir, disfrutar del juego, divertirse. No pretender ser 10 siempre, permitirse
los errores y no preocuparse por los resultados, cuanto menos piensa… mejor
juega.
Y
esto que podría inferir que le pasa a Messi, y a otros deportistas de alto
rendimiento, le pasa a muchas personas. En mi práctica profesional he encontrado
personas que están todo el tiempo pensando en hacer las cosas perfectas y no lo
lograr. Personas que quieren que todo salga de 10 y nunca se conforman con un
8. Para alcanzar la perfección utilizan al máximo sus recursos, se exigen por
encima de sus capacidades y recurren al control absoluto de todas las
variables, obteniendo, paradójicamente, peores resultados.
Proponerse
metas sin dejar de disfrutar del camino, valorar los logros y aceptar los
errores, permitirse cierta flexibilidad en la realización de la tarea saliendo
de la rigidez que se trasforma en obsesión, son estrategias posibles; en
definitiva, vivir desde la libertad no va en detrimento de la responsabilidad.
Por el contrario, la flexibilidad permite responder mejor a las exigencias que
se plantean en la vida.
Estas
personas, son responsable por naturaleza. Como Messi, conocen las técnicas a la
perfección, solo se equivocan en la estrategia que aplican. Están tan
preocupados por la meta que no disfrutan del camino.
“En
el momento en que uno convierte a la felicidad en objetivo de su motivación,
necesariamente la ha hecho objeto de su atención. Y precisamente haciendo eso,
pierde de vista la razón para ser feliz, y la felicidad misma se desvanece. El
éxito y la felicidad deben ocurrir, y cuanto menos uno los busque, más
probabilidad habrá de que ocurran”.[2]
La
felicidad no está en la perfección, ni el camino es la ‘intención obligada’, ni
la obsesión por el resultado, ni la rigidez en el procedimiento… Por lo tanto, vos
-igual que Messi- disfruta del juego, tira unos cuantos caños, hace una rabona,
tira una pared, y divertite… que jugando, casi sin querer, no sólo alcanzarás
mejores resultados, sino que, también, encontrarás la FELICIDAD.
Muy buena la nota. Felicitaciones Germán. Un abrazo. Vladimiro.
ResponderEliminarMe encanto la nota, asi lo siento yo también Ojala la puedan leer muchos, nos ayudaria a NO JUZGAR sino a VALORAR mas a nuestra GENTE LINDA!... Gracias de CORAZON!..
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