(Extraído del "Manual para los que están en Camino")
A pesar
de que, en el transcurso de los últimos años, ha sufrido diferentes cambios en
su conformación y su estructuración, la familia sigue siendo un lugar clave
para el desarrollo de las potencialidades de cada persona y, más aún, en la
adolescencia. La adecuada relación afectiva de los miembros de una familia
proporcionará una base positiva para la construcción de la propia identidad y
una buena autoestima.
La
familia humana es una realidad tan ricamente compleja y cambiante, y en el
contexto de una sociedad con cambios tan vertiginosos, que es imposible un
conocimiento acabado de ella en su totalidad. Sin embargo, nos es posible
delimitar cuáles son las modalidades esperables en el normal funcionamiento de
una familia. (1)
Es
esperable que la familia posibilite, en su propio desarrollo como sistema
familiar, la formación de la identidad de sus miembros, favoreciendo el crecer
y el ser. Esto se logra si está claro y discriminado, quién es quién, y qué
lugar, roles y funciones ocupa cada uno. Los padres deben asumir sus funciones
de adultos, para que los niños puedan ser niños.
La
integración de la familia no debe actuar en contra de la diferenciación y la
autonomía; un “nosotros” valorizado, pero también un “yo” y un “tu” de cada
integrante. Esto posibilita un clima emocional positivo, de espontaneidad, de
compartir lo bueno y lo doloroso, poder pelearse, enojarse y frustrarse, pero
donde predomina el amor, la confianza y la valoración.
La
familia debe recibir e intercambiar energías y relaciones con los otros
sistemas sociales como pueden ser comunidad educativa, clubes, relaciones
laborales, tener amigos, tanto los padres como los hijos y tener relaciones con
la familia extensa mutuamente enriquecedoras. La relación y el encuentro entre
distintas generaciones fortalecen la identidad familiar.
1. La
Familia con hijos adolescentes (2)
“El
período de la adolescencia debe diferenciarse de manera especial de otros
ciclos vitales de la familia, porque en ese momento se ven comprometidos
sistemas de distinto orden y jerarquía: el sistema biológico (por los cambios
corporales que se producen), el sistema individual (por los cambios
intrapsíquicos), el sistema familiar, y los sistemas sociales en los que el
adolescente deberá incluirse a medida que vaya adquiriendo mayor autonomía.
En ese
momento se pone en peligro la estabilidad familiar; se cuestiona el sistema de
creencias en lo referente, por ejemplo, a lo que es aceptado como
independencia, autonomía, exclusión o pertenencia. El sistema de creencias es
puesto a prueba porque el adolescente empieza a funcionar en otros sistemas que
no son controlados por sus padres. En estos momentos, la familia siente que
alguno de sus miembros está amenazando algún mandato familiar esencial para la
identidad del sistema y la de cada uno de sus miembros. (…)
Todas
las familias permiten la desobediencia de algún mandato, excepto la de aquéllos
que hacen a su identidad como familia a través del tiempo. Sin embargo, existen
sistemas familiares que se organizan con escasas alternativas relacionales.
Estas familias son rígidas; en ellas el apartamiento de las pautas de relación,
la desobediencia a algún mandato significa la automática exclusión del sujeto
y, por lo tanto, su no existencia como individuo. Será, para la familia, el
enfermo, el loco, el incompetente.
El
conflicto de todo sujeto y, especialmente el adolescente, está en poder ser un
individuo sin dejar de pertenecer a su familia; que está lo reconozca como uno
de sus miembros aunque haya elegido opciones distintas de las que hasta
entonces eran aceptadas. La resolución de este conflicto es un proceso en el
cual el individuo deberá ir acompañado por los otros miembros de la familia,
sin que cada uno deje de ocuparse de sí mismo, transitando el difícil camino
que da la posibilidad de incorporar otras alternativas distintas que la
obediencia o desobediencia a los mandatos familiares”.
2.
Reflexión
Todos
hemos escuchado, alguna vez, la frase: “La familia es la célula de la
sociedad”. En estos tiempos en donde vemos aspectos de la sociedad que no
nos agrada, tal vez, debamos pensar que la posibilidad de cambio radica en lo
que podemos hacer dentro de nuestra familia.
Cultivemos dentro de nuestro hogar
la comunicación y el diálogo, la tolerancia y la paciencia, la aceptación y la
solidaridad. Pensemos como podemos aplicar estas “palabras”
dentro de nuestra familia, así haremos nuestro aporte en la transformación
de la sociedad en que estamos inmersos.
- (1) MARTA VIGO. Psicología Preventiva y de la Salud. Ed. Fundación Argentina de Logoterapia.
- (2) RAPOSO DE MENSCH. El mandato familiar en la adolescencia.
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