Siempre sabio, Martín Fierro.
Aunque, seguramente, José Hernández no quería equiparar la figura del PADRE con
la de un AMIGO sino señalar la necesidad de acompañar a los hijos desde un
lugar de cercanía, aconsejando desde la experiencia, ofreciendo la sabiduría
que brindan los años sin dejar de ser un PADRE.
Claro que los tiempos han cambiado y
muchos creen hoy que deben ser más
AMIGOS que PADRES. Se confunden los roles y terminan relegando así su lugar de
autoridad, porque no acompañan adecuadamente a sus hijos. Es que, cuando
hablamos de amistad dentro de la familia, no podemos perder de vista que
estamos ante una realidad diferente a la que se da fuera de la familia.
La amistad, por su misma esencia, es
una relación simétrica en donde compartimos angustias y alegrías, la
comunicación es franca y sincera y el acompañamiento y la ayuda son mutuos. Sin
embargo, dentro de la dinámica familiar, la amistad es diferente. Si atendemos a
la relación de los padres con los hijos, la amistad conserva parte de su
riqueza aunque pierde la simetría. Porque no están en el mismo plano. Así,
seguir el consejo de Martín Fierro es, desde esta perspectiva, abrirse a la
posibilidad de estar cerca de nuestros hijos, acompañarlos desde nuestro lugar
de padres, brindarles nuestro consejo y compartir con ellos las alegrías que la
vida nos tiene preparadas, fomentando la comunicación permanentemente y
brindando toda nuestra ayuda en los momentos difíciles.
Y
por si quedan dudas… Un padre que da consejos no deja de ser padre, es un PADRE
AMIGO.
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