Que contraposición tan clara se
plantea sobre la necesidad de APRENDER a AMAR, frente a la vivencia de muchos
jóvenes, y no tan jóvenes, que cree que el AMOR cuanto más espontáneo más genuino.
La construcción del AMOR se podría comparar a la construcción de una casa.
Por más “ganas” que tengamos en
construir tenemos que tomarnos un tiempo para planificar que queremos hacer,
con qué recursos contamos y cuáles son las características que tendrá. Es más,
no podemos pensar en esta casa, más aún si la pensamos como un hogar,
deteniéndonos en este presente, la planificación está abierta a los cambios que
se puedan producir en el futuro. Tal vez, no hagamos más que una habitación
pero tenemos que dejar proyectada la posibilidad de construir nuevas
habitaciones en el futuro.
En la pareja, esta etapa de
planificación sería el noviazgo. Precisamente, el noviazgo es la etapa de
verificación de la posibilidad real de vivir en unión con la persona de la que
uno se ha enamorado. Proyectar como compartir la vida y está abierta a la
posibilidad de incluir a futuros hijos en esta planificación.
En esta etapa y, más aún, en la
construcción de un matrimonio, será necesario construir cimientos sólidos y con
materiales nobles. Sin cimientos la construcción caerá rápidamente frente a los
primeros conflictos e inclemencias que aparezcan. Con los cimientos sólidos,
las tormentas solo dejarán daños menores y serán oportunidades de superarse. Supone,
tiempo y esfuerzo durante la construcción para luego disfrutar de sus
comodidades.
Dentro de esta analogía posible,
precisamente como ha cambiado la construcción de casas, ha cambiado la
construcción de las parejas. Antes la construcción implicaba todos estos
elementos, pero hoy, por el contrario, la construcción de una vivienda es
rápida, fácil, sin esfuerzo. No necesariamente perdura en el tiempo y frente a
determinadas situaciones difíciles termina destruyéndose.
En muchos casos, las parejas se
sorprenden a sí misma transformada en una familia, con la aparición de hijos,
en las cuales no hay vínculos significativos, sino simples relaciones
circunstanciales. La conformación de esta pareja no ha tenido un proceso previo
de consolidación de los cimientos en donde se apoye la nueva familia.
El vínculo que establecen un
hombre y una mujer en la construcción del AMOR sólido no se compara a ningún
otro. Tiene que ser una elección libre, un acto de entrega total y una aceptación del otro.
Eric From plantea: “El amor es una
actividad, no un afecto pasivo; es un ‘estar continuado’, no un ‘súbito
arranque’”. Por lo tanto, el amor no consiste en una entrega ciega, inmediata
y sin planificación.
Por el contrario, en esta
planificación, la condición indispensable del amor maduro es la reciprocidad.
Si el amor no es mutuo, no madura. La confianza, la sinceridad y el respeto son
frutos de la reciprocidad. Ésta implica que el amor que uno entrega no tiene
restricciones y supone saber que el otro responde con la misma entrega. Si se
comienza a poner condiciones, el amor no madura. Por lo tanto, es necesario construir
un AMOR sólido, y para ello es necesario tiempo y esfuerzo.
Si
queremos reconstruir nuestra sociedad, no habrá tarea más fructífera que la de
trabajar en alentar a nuestros jóvenes para que construyan matrimonios sólidos,
con posibilidades concretas de construir una comunión entre ellos, que permita
alcanzar una comunidad con la llegada de los hijos. Construir MATRIMONIOS
sólidos, será la mejor manera de construir una SOCIEDAD más sólida.
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