Nota publicada en el Semanario El Tiempo, de
Pergamino.
Entrevistamos a Germán Debeljuh, Licenciado en
Psicología y Orientador Familiar, quien nos comenta sobre el tema: “Cada uno de
nosotros aspira a ser feliz, no hay dudas de esta afirmación. Hacemos muchas
cosas, pero no siempre la alcanzamos. Nos proponemos diferentes objetivos para
‘sentir’ esa felicidad. Estos objetivos surgen de distintas necesidad humanas
que tienen que ser cubiertas, necesidades biológicas, psicológicas, sociales,
espirituales…
De estas necesidades, cubrir las biológicas no nos
hace más humanos. Satisfacer nuestro apetito, nuestra sed, tener una vivienda
digna o aspirar a un auto, no nos hace mejores personas. El ‘tener’ cosas
buenas no nos garantiza ser ‘ser’ buenos. Estamos llamados a mucho más que a
centrarnos sobre nuestro propio ego y esperar que el mundo gire en torno
nuestro.
En este sentido, abrirnos a la posibilidad de ver
las necesidades de los demás, despierta el valor de la solidaridad. Pero para
que sea precisamente un valor, no se puede basar en la lástima, sino en el amor
de ayudar a otros de la manera que es posible para nosotros.
Cuando uno se encuentra con otra persona que nos
necesita, y pone en juego la solidaridad, todos salen ganando. Tanto el que da
como el que recibe. La solidaridad nos permite superar los momentos de
dificultad juntos. Y ese sentido de superación provee de recursos tanto al que
da como al que recibe, para esta situación como para futuras.
La solidaridad desarrolla la capacidad de empatía
con los demás, y nos permite entablar mejores vínculos interpersonales con las
personas de nuestro entorno. No hace falta viajar a África ni recorrer miles de
kilómetros. Debemos comenzar por mejorar nuestro ‘metro cuadrado’. El que nos
toca vivir y procurar hacer felices a la gente que tenemos cerca en cada ámbito
en el que nos movemos. Hacer feliz a los demás, nos hace más feliz a nosotros
mismo. Sin duda, la Solidaridad es un camino hacia nuestra propia Felicidad.”
Como vimos la solidaridad se entiende como la ayuda,
el apoyo, la fraternidad y la empatía hacia quien sufre un problema o se
encuentra en una situación desafortunada, o hacia quien promueve una causa
valiosa. Es solidario quien hace suyas las situaciones, las necesidades y las acciones
de los demás.
La solidaridad se refleja entonces en un compromiso
con el otro, con su dignidad, su libertad y su bienestar, especialmente por lo
que respecta a los más necesitados. Los grupos solidarios han logrado conservar
la capacidad de indignación ante las injusticias y están listos para
combatirlas.
El valor de la SOLIDARIDAD les dispone el ánimo para
actuar siempre con sentido de comunidad. La persona y los grupos solidarios
saben muy bien que su paso por el mundo constituye una experiencia comunitaria
y que, por tanto, las necesidades dificultades y sufrimientos de las demás no
le pueden ser ajenos jamás. Estos grupos solidarios cuentan con el apoyo de
nuestra ciudad, que hoy más que nunca debe seguir apoyándolos para que
continúen con esta heroica tarea de hacer el bien a los demás.
Los ranchos, las caras, las necesidades, y el olvido
se repiten en los distintos puntos a donde llegan estos grupos solidarios de
Nuestra Gente de Pergamino que busca que esta “pobreza olvidada” sea menos
olvidada.
Lisandro Raimundo
No hay comentarios:
Publicar un comentario