jueves, 4 de diciembre de 2014

Manual para los que están en camino (Video de la Presentación)



Presentación del "Manual para los que están en camino", en la Biblioteca Menéndez de Pergamino, el 13 de noviembre de 2014. Gracias Hno. Agustín Martinez, Graciela D'ElettoAmalia Bonelli y Marcelo Basgall por sus palabras. 
En este video, la presentación final del libro. Gracias Humberto Acosta por la filmación. 
Muchas gracias a todos los que colaboraron y a los que estuvieron presente ese día.

martes, 25 de noviembre de 2014

CONCEPTO DE SALUD

Manual para los que están en camino

CAPÍTULO 1: LA SALUD

A lo largo de la historia de la humanidad, el tema de la salud y la enfermedad ha generado opiniones encontradas. No cabe duda que el hombre haya evitado la enfermedad, en todas las formas, y busca la salud como un bien muy preciado.
El concepto de salud ha variado de acuerdo con los momentos históricos, las culturas, las clases sociales, las perspectivas científicas, etc. En la antigüedad, Hipócrates pensaba que la salud era consecuencia de haber alcanzado un estado de equilibrio y armonía entre los factores del cuerpo, del ambiente y del estilo de vida.
Esta visión holística de la salud fue modificándose a lo largo del tiempo. La influencia de la teoría de René Descartes (1596-1650) de la diferencia entre la mente y cuerpo, y la aplicación de un método científico que ponía el acento más en el cuerpo que en la interacción cuerpo-mente, condujo a la medicina a una concepción reduccionista de la salud, teniendo en cuenta lo que sucedía en la dimensión biológica.
A partir de la creación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se han unificados criterios sobre los conceptos de salud y enfermedad. Esta organización se funda el 7 de abril de 1948 en el marco de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La OMS es la autoridad directiva y coordinadora de la acción sanitaria de las Naciones Unidas.
Por tanto, utilizaremos la definición que cita en el preámbulo de su constitución: “Salud es el estado de completo bienestar físico, mental y social y no sólo la ausencia de enfermedad o de invalidez”.[1]
Esta definición abre la posibilidad de pensar en una concepción más amplia de salud, teniendo en cuenta no sólo la dimensión biológica, sino también la dimensión psicológica, implícita en el concepto ‘mental’, y la dimensión social. Si pensamos en todas las dimensiones del hombre, habría que agregar la dimensión espiritual, la cual no contempla esta definición, y que hace referencia al hombre como una unidad de cuerpo y alma.
Si nos quedamos con esta definición, podríamos pensar que son muy pocos los que puedan alcanzar un “estado completo de bienestar…”, y que existiría un ideal de salud inalcanzable para muchos. Pero la misma OMS, en su Declaración de Principios, aclara el concepto diciendo que es “al grado máximo que todo ser humano pueda lograr”[2], habida cuenta de las circunstancias que impiden aplicar estrictamente la noción de ‘completo’ en personas que padecen de dolencias congénitas, secuelas graves de enfermedades o de accidentes.
Al hablar de grado de bienestar y no de ‘completo’ bienestar, estamos diciendo que la salud no es un estado ‘total y absoluto’ de bienestar, sino que es un proceso dinámico. Se puede tener más o menos salud. La salud puede mejorar o empeorar. Esta idea de la salud como algo gradual y variable, como un proceso y no como un estado estático, nos permite evaluar el estado de salud de una persona e incluso de una comunidad.
La Organización de Naciones Unidas hace referencia a que: “Los gobiernos tienen la responsabilidad de la salud de sus pueblos, la cual sólo puede ser cumplida por la provisión de medidas sociales y sanitarias adecuadas”.[3] A su vez, cuenta con otros organismos que colaboran en la búsqueda de que todos los pueblos del mundo alcancen ese estado de bienestar al que tienen derecho.
Entre ellas:
Ø  UNESCO: Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura,
Ø  FAO: Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación,
Ø  PNUD: Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo,
Ø  PMA: Programa Mundial de Alimentos.
Por su parte, la Oficina Panamericana de la Salud (OPS), delegación regional de la OMS, define: “La salud es un estado de adaptación de los individuos al medio en que se encuentran”. Refuerza, aún más, la idea que no se plantea la salud como la sola ausencia de enfermedad, propiamente dicha, sino que contemplan aspectos, como lo socio-económico, lo familiar, lo laboral e incluso el medio ambiente.
La Salud constituye uno de los derechos fundamentales de todo ser humano, vinculado con la satisfacción de otros derechos humanos básicos como la necesidad de alimentación, trabajo, educación, vestido y ambiente.
En definitiva, la salud debe ser considerada tanto un derecho individual como una responsabilidad social, y es fundamental valorarla cuando se la posee, buscando todos los medios posibles para mantenerla en plenitud.



[1] ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD www.who.int
[2] ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD www.who.int
[3] ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD www.who.int

sábado, 18 de octubre de 2014

MANUAL PARA LOS QUE ESTÁN EN CAMINO

INTRODUCCIÓN

Si algo caracteriza a la adolescencia como etapa vital, es la necesidad de buscar la propia identidad. Como en todo proceso de búsqueda, es necesario encontrar el rumbo que uno quiere llevar adelante.
Para ello, se toman puntos de referencia que nos ayuden a ubicar dónde estamos y a dónde queremos ir. Los adolescentes reciben señales de distintos lugares que los invitan a seguir caminos diferentes. Algunos buenos y otros, no tantos. Muchas veces, se siente aturdidos, otras confundidos. Los padres proponen un mensaje, los medios de comunicación masivos otro, y el grupo de pares está en la misma situación.
Dentro de este contexto, el ámbito educativo tiene el compromiso de generar un espacio de diálogo y formación, capaz de disipar dudas, evacuar inquietudes y promover actitudes preventivas, que favorezcan la adquisición de una postura responsable en defensa de su propia vida y la de los demás.
Las instituciones educativas no pueden quedarse en la sola transmisión de información. De hecho, la pueden conseguir en otro lado. Sin ocupar el lugar indelegable que tiene la familia en este proceso de formación, la escuela debe asumir, también, el compromiso de apuntar a la formación de personas íntegras, con auténticos valores, capaces de colaborar en la transformación de una sociedad más justa y más fraterna.
La propuesta de este texto es abordar, en primer lugar, temáticas relacionados con la salud, como derecho fundamental de todo ser humano. Luego, nos referiremos al proceso de transformación vital que se da durante la adolescencia. Ya centrados en la adolescencia, se focalizarán sobre la sexualidad y problemáticas actuales que atenta contra la salud de los jóvenes. Para finalizar, la propuesta es reflexionar sobre la importancia para los adolescentes de trazarse un proyecto de vida capaz de asumir nuevas responsabilidades y alcanzar la felicidad.
La metodología de trabajo para este espacio curricular tiene que partir, necesariamente, de la indagación de los conocimientos previos que los alumnos traen, de las dudas e inquietudes que se vayan presentando, y apuntar, no sólo a la transmisión de información válida y confiable, sino, más bien, a privilegiar la autoreflexión y la promoción del autocuidado.
En esta interacción, es necesario generar un clima de confianza y apertura, dejando de lado la vergüenza, el miedo y la censura. El prejuicio nos anula la posibilidad de tener otras miradas sobre una determinada situación. Por lo tanto, tendrán que ser evitados por los alumnos, docentes e incluso, por la familia, que no puede quedar ajena a esta interacción.
A su vez, supone utilizar todos los medios posibles para fomentar el desarrollo de valores y habilidades, capaces de identificar y modificar comportamientos riesgo. Para ello, es necesario que las estrategias didácticas sean variadas, utilizando el texto como guía, aplicando alguna de las actividades propuestas, recurrir a películas, cortos, canciones, que incluso, los mismos alumnos pueden aportar para analizar y reflexionar sobre la aceptación de sí mismo, el respeto por el otro, los comportamientos de riesgo, y el desarrollo del propio proyecto de vida.
Asimismo, la posibilidad de generar proyectos de promoción y prevención de la salud, hacia todo el ámbito educativa e incluso abiertos a la comunidad, son oportunidad de realizar un aprendizaje más significativo y desarrollar habilidades psicosociales. La participación en distintos proyectos permite a los adolescentes convertirse en protagonistas para generar cambios en su entorno, desarrollar capacidades creativas y lúdicas, y prepararse para enfrentar las exigencias y los desafíos de la vida diaria.

En esta tarea, es necesaria la capacidad del docente para genera un espacio de intercambio y reflexión, abierto y afectivo, el compromiso de los alumnos de asumir una postura activa y crítica de la realidad, y el acompañamiento de la familia en la formación integral de los adolescentes. 

jueves, 18 de septiembre de 2014

ADOLESCENCIA: ETAPA DE CAMBIOS

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la adolescencia es la etapa de la vida comprendida entre los 10 y los 19 años, la que se inicia con los cambios puberales y se adquieren nuevas habilidades sociales, cognitivas y emocionales. Este proceso se caracteriza por una serie de cambios que se van dando de manera abrupta en los aspectos físicos, psicológicos, sociales y emocionales.
La adolescencia se considera una etapa de tránsito entre la infancia y la madurez. Este paso de la infancia a la edad adulta adquiere carac­terísticas diferenciales, según la época y la cultura en que se desarrolla. No en todas las culturas el ciclo vital de la adolescencia es reconocido como estadio diferenciado. Algunos investigadores consideran que es un invento creado por las sociedades industrializadas, puesto que exigen mayor preparación antes de insertase en el mundo laboral y asumir los roles de adulto.
En los países occidentales, la formación del adolescente para integrarse en la vida adulta se basa en la instrucción escolar. Se valora el rendimiento cognitivo, pero se olvidan otras tareas, como la búsqueda de la identidad o la construcción de una personalidad madura.
El sentido de la adolescencia es dar paso a la madurez. Por ello, el adolescente sufre una serie de transformaciones que afectan prácticamente a todos los aspectos de su per­sonalidad: a su vertiente biológica (cambios corporales), a su estructura intelectual, a su mundo afectivo (el adoles­cente se ve sometido a ‘inestabilidades’ y vaivenes emo­cionales que se expresan en su conducta), a su imagen del mundo y al sentido de la existencia.[1]
Eva Giberti señala que hay una tendencia histórica que dice que adolescencia viene de la palabra adolecer y que los adolescentes son los que adolecen. A raíz de esto, hay toda una lectura del adolescente como sujeto que sufre. Pues bien, parece que aunque todo el mundo lo repite, esto no es así. El término proviene del latín antiguo y está formado por una parte que significaría ‘camino’ y otra parte vinculada con el estar en’. De modo que los adolescentes serían ‘los que están en camino’, los que reciben heridas mientras están en la ruta hacia el ser adulto.
“Entonces, si nos manejamos con la idea tradicional de los que adolecen, somos discriminatorios. Incluso llamarlos ‘los que están en camino’ coloca el ser adulto como meta del sujeto y la meta del sujeto no es ser adulto, es ser sujeto. Ser sujeto en la medida de lo que pueda, de acuerdo con la edad cronológica y los tiempos lógicos y psíquicos que le correspondan”.[2]

1. PERSPECTIVAS SOBRE LA ADOLESCENCIA

La adolescencia está atravesada por distintos contextos históricos, sociales y culturales, lo que genera distintas interpretaciones según los diferentes puntos de vista que se acentúan. Podemos pensar la adolescencia desde una perspectiva biológica, psicológica, jurídica e, incluso, generacional. Cada nueva generación modifica estos contextos, produciendo distintas formas de vivir la adolescencia, con lenguajes, gustos, modas y formas de pensar propias.
Para pensar, la influencia que la cultura y la sociedad ejercen sobre la adolescencia, podemos citar a la antropóloga Margaret Mead, quien realizó estudios sobre la adolescencia en Samoa (1928). En las conclusiones de estos estudios destacó la importancia de los factores culturales en el desarrollo de la adolescencia, ya que en estas sociedades era una etapa placentera de la vida y no se caracterizaba por crisis y tensiones. Los niños de Samoa eran educados de forma responsable y asistían a sucesos fundamentales de la vida, como el nacimiento o la muerte.
Desde la perspectiva constructivista se contempla la adolescencia como un proceso de desarrollo de las propias potencialidades o recursos psicológicos ante las diferen­tes posibilidades presentes en la vida, proceso que debe permitir la consecución de la autonomía personal y social.
Entre las potencialidades que marcan la transición ado­lescente y los cambios y retos que todo adolescente debe afrontar, destacan los siguientes:
Ø  Apropiación de una concepción científica del mundo. Permite el análisis de las variables implicadas en un fenómeno y el dominio del pensamiento hipo­tético, deductivo e inductivo. La adquisición del pensamiento abstracto posibilita trabajar mentalmente con datos hipotéticos o posibles.
Ø  Construir la propia identidad personal: Revisar la imagen (autoconcepto y autoestima) que uno tiene de sí mismo, las expectativas y proyectos futuros. Esto supone la aceptación de las transformaciones físicas de la pubertad y alcanzar la independencia emocional, previa redefinición de la relación familiar.
Ø  Otras facetas que se deben desarrollar son la adquisi­ción de una moral autónoma, basada en reciproci­dad y cooperación, y nuevas relaciones interpersonales y sociales; por ejemplo, el inicio de una relación de pareja y el desempeño de un rol estudiantil o laboral.[3]

2. PUBERTAD

Este concepto esta cercano al concepto de adolescencia, ya que se entiende por pubertad los cambios físicos que la persona va atravesar en esta etapa de la vida. La transformación física del cuerpo y la maduración sexual durante esta etapa marcan el comienzo de la adolescencia o la transición entre la infancia y la vida adulta. En un tiempo breve, los adolescentes experimentan cambios físicos muy acusados: el crecimiento acelerado en peso y altura, el desarrollo de las características sexuales secundarias y la adquisición de la capacidad reproductiva.
La pubertad comienza con secreciones hormonales, que desencadenan un rápido crecimiento, en las mujeres comienza a partir de los 11 años y en los varones a par­tir de los 13. Durante este proceso se desarrollan los caracteres sexuales primarios, maduración de los órganos reproductores, ovarios y testículos, y los carac­teres sexuales secundarios (rasgos no reproductores). En ambos casos aparece el vello pubiano y axilar; en las chicas se produce un aumento de los pechos y las cade­ras y en los chicos aparece el vello facial y la voz más grave.
La pubertad puede determinarse con señales objetivas: en las chicas aparece la menstruación, que indica la madu­ración sexual de la mujer, y en los chicos la aparición del vello púbico y la capacidad de eyaculación. La fecha de la menarquía (primera menstruación) no depende solamente de factores madurativos. Se ha comprobado que, en general, se adelanta en las ciudades y en los países más cálidos, mientras que se retrasa en los países fríos.[2]


3. CAMBIOS PSICOLÓGICOS[1]

La adolescencia es una fase de reafirmación del Yo; el individuo toma conciencia de sí mismo y adquiere mayor control emocional. Los problemas relacionados con el pro­ceso de crecimiento, el desarrollo de los órganos genitales, y las consecuencias derivadas de los caracteres sexuales secundarios hacen del adolescente un ser diferente, ambi­valente a veces, acomplejado y en lucha permanente con su imagen corporal.
En esta etapa se produce un gran afán de independencia y libertad. El adolescente quiere mayor autonomía y busca nuevas experiencias, pierde la confianza básica en la fami­lia, lo que hace que se sienta extraño y angustiado en un mundo con el que no se siente plenamente identificado.
A los padres les cuesta comprender que su hijo ya no es un niño y que para su crecimiento personal necesita mayor autonomía. El adolescente no tiene una actitud de huida, sino de búsqueda. No quiere marcharse de casa, sino vivir en ella de otra manera.
El adolescente, por otra parte, necesita romper el apego materno y liberarse de la imposición autoritaria del padre. Si la madre se empeña en retener afectivamente al hijo/a o el padre intenta imponer su autoridad, con ello impiden la autonomía de sus hijos. Esta situación conflictiva origina que el adolescente tenga un comportamiento susceptible, arrogante y crítico, no sólo con los padres, sino con todas las figuras de autoridad.
Cada adolescente mira a su interior y contempla un mundo psíquico rico en posibilidades. Reconoce la madurez de su pensamiento, conoce su inteligencia práctica y creativa, es consciente de su capacidad de tomar decisiones y de ser responsable de las consecuencias de sus actos y posee una sexualidad que les equipara a los adultos.
A veces, el retraimiento interior se interpreta desde fuera como un excesivo egocentrismo, sobrevaloración personal y disconformidad con quienes le rodean, pero es necesario este proceso para que el adolescente afiance su personalidad y adquiera un pensamiento racional y unos valores acordes con su realidad circundante. Este período introspectivo trae consigo una reorganiza­ción de los sentimientos, mostrando la necesidad de com­partir y solidarizarse con el entorno social, lugar donde él desplegará su forma de ser y estar, para desarrollar una vida lo más coherente posible.
En cuanto al final de la adolescencia es difícil de precisar, porque depen­de de factores psicológicos y sociales (como, por ejemplo, la independencia económica, acceder al mundo laboral o elegir una carrera universitaria). La búsqueda de la identidad es una tarea que comienza en la adolescencia pero que no finaliza al entrar en la adultez, sino que durará toda la vida.




[1] ALONSO GARCÍA Y OTROS. Psicología. Grupo Gappa. Bachillerato


[1] ALONSO GARCÍA Y OTROS. Psicología. Grupo Gappa. Bachillerato
[2] ALONSO GARCÍA Y OTROS. Psicología. Grupo Gappa. Bachillerato




[1] ALONSO GARCÍA Y OTROS. Psicología. Grupo Gappa. Bachillerato
[2] AUTORES VARIOS. Anales de la Educación Común. DGCYE


Capítulo del libro "Manual de los que están en camino. Educación Salud Adolescencia." Germán Debeljuh Ed. GRAM. 2014

jueves, 26 de junio de 2014

¡Como chanchos! (o Estrategias para Padres con hijos adolescentes)

Tener un adolescente en casa puede revolucionar un hogar. Las revoluciones suponen un proceso de cambio que trae aparejado cuestiones positivas y otras no tanto. No siempre es una guerra o lucha de poder. Como padres es preciso que no nos pongamos en esa posición. Tenemos más probabilidades de perder que de ganar.
La mayoría de los adolescentes mantienen una actitud desafiante ante los límites que imponen los padres. Si no se imponen límites, los adolescentes sostienen una actitud aún más desafiante en busca de esos límites que a muchos padres les cuesta poner. Nuestra tarea como educadores es la de marcar ciertas pautas, los deberes y obligaciones que tienen nuestros hijos sin que ello implique declarar una “guerra”.
Para muchos padres no es fácil elaborar el proceso de crecimiento de los hijos adolescentes, que por un lado, ya no son niños que necesitan ser guiados constantemente, pero todavía no están lo suficientemente maduros para asumir sus propias decisiones. El punto de equilibrio entre acompañarlos y no agobiarlos, o darles libertad sin dejarlos a la deriva no es fácil.
Pensando en una analogía que permita reflexionar en esta compleja función paterna, viene a mi mente una imagen muy campera que puede resultar útil como estrategia para manejar diferentes situaciones con los hijos adolescentes.
Los chacareros que viven en el campo es muy frecuente que tengan, en un sector no muy cercano a la casa, un chiquero para criar algunos cerdos. En muchos casos, no es la principal actividad que realizan sino que es complementaria a otras actividades agropecuarias. Sabido es que los chiqueros no se caracterizan por ser lugares limpios. Así lo afirma el dicho popular: “Chanco limpio, nunca engorda”.
Si alguien que no es muy avezado en el manejo de estos animales quiere sacar a un chancho del chiquero puede recurrir a un lazo, abrir la tranquera del chiquero, enlazar al chancho e intentar sacarlo por la puerta. En cuanto el animal sienta la presión del lazo en su cuello y la fuerza que lo lleve en sentido a la puerta, lo más probable es que clave sus pesuñas en el barro y comience a hacer fuerza en el sentido contrario. Conclusión, la persona no puede sacar al chancho del chiquero y corre el riesgo de quedar tendido en el barro a causa de la fuerza del animal.
Por el contrario, el hombre de campo, si quiere sacar al chancho del chiquero lo que va a hacer es: abrir la puerta del chiquero, rodear al animal colocándose detrás de él, y tirar la cola en sentido contrario a donde quiere que vaya el chancho, y el animal se dirigirá hacia la salida. En muchos casos, ni entra al chiquero, desde afuera indica el camino, se corre de la puerta y hace algunas señales para el animal vaya por donde él quiere pero desde atrás.
Esta escena campestre nos invita a pensar cuántas veces insistimos con nuestros hijos el camino que ellos tienen que hacer. Le decimos cuál es el camino, cómo y cuándo tienen que hacer ese recorrido y logramos, paradójicamente, que ellos vayan en sentido contrario.
Si pensamos en esta analogía, es preciso mantener nuestro lugar como padres, sostener los límites que nuestros hijos necesitan, como el alambrado del “chiquero”, para luego abrir la puerta e indicar el camino de salida pero, sin dejar de estar presentes, corrernos de la puerta y acompañar desde atrás este proceso de crecimiento. Ellos puedan encontrar la salida y asumir la responsabilidad que la libertad implica.
Es preciso que nos mantengamos presentes, que alentemos a nuestros hijos en la importancia de que elijan el camino para salir del “chiquero”, conservando cierta paciencia para acompañarlos en este proceso de búsqueda que la adolescencia les propone.

Insistir, interrogar, intimidar, mucho menos gritar, discutir o pelear, nos va a dar buenos resultados, más aún, seguramente logrará que todos terminemos en el “chiquero”. Dialogar, confiar, escuchar y mucho más acompañar, estando presente efectiva y afectivamente, permitirá que todos salgamos fortalecidos de la experiencia de tener un adolescente en casa. 

jueves, 27 de marzo de 2014

¿Qué hace DIOS?

Frente a la plaza de un pueblo, vivía José, hombre duro y antipático que, desde que se levantaba hasta que se acostaba, no dejaba de maldecir a Dios y lo hacía el único responsable de todos los males de este mundo. Su vida era rutinaria y vacía de sentido. A pesar de tener un buen pasar, protestaba todo el día y siempre estaba de malhumor.  
Cierto día, se sentó cómodamente en un sillón en la puerta de su casa y mientras se disponía a tomar unos mates, observa que en un banco de la plaza, un hombre estaba leyendo el diario. No era novedad que las personas leyeran el diario en ese lugar, lo que sí le sorprendió fue que al momento de levantarse del banco, se le cae la billetera. El pobre hombre no se dio cuenta y se fue caminado con el diario bajo el brazo.
Mientras el hombre se retiraba de la plaza, José no le dijo nada pero comenzó a protestar y a cuestionarle a Dios: -“¿Cómo podes permitir que este pobre hombre pierda su billetera? Tal vez, ahí tenía todo su dinero, que injusticia…¡DIOS!...¿POR QUÉ?”. Y siguió el planteo con varios insultos.
Continuo tomando mate, cuando observa que un segundo hombre se sienta en el mismo banco. Con actitud pensativa, observa a su alrededor. Después de unos minutos descubre con asombro la billetera extraviada. La recoge, mira hacia todos lados, no había otras personas en la plaza a quien preguntar, decide guardar en su bolsillo la billetera y sale caminando despacio y tranquilo.
La indignación de José crece exponencialmente. Los insultos a Dios, también. No puede creer lo que acaba de suceder. Dios no sólo permitió que el primero pierda su dinero, sino que se convirtió en cómplice para que el segundo se lleve la billetera sin ningún escrúpulo. ¿Cómo podía suceder semejante injusticia? ¿Cómo Dios no hacía nada frente a esta situación?
Al cabo de unos minutos, un tercer hombre se sienta en el mismo banco dispuesto a leer un libro que traía en un pequeño bolso. En ese momento, aparece en escena el primer hombre que había extraviado su dinero. Comienza un diálogo acalorado, en el cual el primero aseguraba que ahí había perdido su billetera y el tercer hombre desconocía de qué estaba hablando. El diálogo se trasforma en discusión, acusando que había ocultado la billetera en el bolso el primer hombre comienza un forcejeo para ver su contenido. El tercer hombre se resiste, creé que está siendo víctima de un asalto y comienza una pelea.
En un trágico momento, el primer hombre empuja al tercero, el cual cae golpeando su cabeza sobre el banco y muere desnucado. Ante esta situación, el primer hombre huye de la plaza desconcertado y aturdido.
Testigo de toda la escena, José se quedo paralizado y atónito. Lo primero que hace es volver a insultar a Dios, blasfemias de todo tipo salen de su boca, reclama la presencia de la justicia divina y pregunta a viva voz, donde está la misericordia de Dios. Y parece que Dios, que siempre escucha al hombre, se hizo presente, y comenzó el siguiente diálogo:
Dios: -“¿Se puede saber cuál es la razón de tus insultos y reclamos?
José: -“¿Todavía tiene el tupe de preguntarme? ¿Acaso no sabes lo que acaba de suceder en la plaza? ¿Acaso no los sabes TODO y eres TODO PODEROSO? ¿Dónde está tu misericordia y tu amor que permitiste que un hombre inocente muera, que otro no sólo pierda su dinero sino que se haya cometido en un homicidio, mientras que otro hombre goza de dinero que no fue ganado con el sudor de su frente? ¿Qué hiciste ante toda esta situación? ¿Acaso no podías haber evitado que esto suceda? ¿Se puede saber qué hiciste?”
Dios: -“Sí, te puse a vos en ese lugar. Y vos no hiciste nada. No te das cuenta que si vos hubieses hecho algo, nada de esto hubiese sucedido. Si cuando viste que al primer hombre se le cayó la billetera, le hubieses avisado, no hubiese perdido su dinero y nada habría pasado. Y te di otra oportunidad cuando el segundo hombre encontró la billetera. Si hubieses intervenido impidiendo que se la llevara injustamente, nada habría pasado. Más aún, te di una tercera oportunidad, cuando comenzó el diálogo entre el primer y el tercer hombre. Si hubiese contado lo que simplemente viste, no tendríamos este trágico final. Justamente, te puse a vos para que hagas algo por los demás, para que puedas hacer de este mundo un lugar más justo, donde reine la Paz y el Amor. El que no hizo nada fuiste vos.”
En ese momento, comenzó a sentir un calor cada vez más intenso en su pecho. No era ni angustia ni culpa, era el agua caliente del termo que se comenzó a derramarse y de un sobresalto se despertó sin entender nada. Miró a la plaza. El hombre estaba leyendo tranquilamente su diario, el mate estaba sin empezar, y descubre que todo había sido un sueño. Pero nada fue igual a partir de ese momento.
La familia y los vecinos se siguen preguntando que paso ese día, José dejo de insultar a Dios, dejó de preguntarse qué tendría que hacer Dios y comenzó a preguntarse qué podía hacer él. Cambio su actitud en el trabajo, en su barrio, en su casa. Se trasformó en una persona solidaria, que contagiaba alegría y su vida comenzó a tener sentido. De esta manera descubrió que la felicidad es posible.
Dios quiere que el hombre sea FELIZ, ¿qué podes hacer vos para lograrlo?