viernes, 31 de julio de 2020

"¡No compres un buzón!"

Cada vez se ven menos buzones en la vía pública pero si uno se pone a observar, cada tanto, encontramos la presencia de algún buzón del correo en las esquinas de la ciudad de Buenos Aires y en varias ciudades del país. Para aquellos que no saben de que estoy hablando, el servicio postal argentino (lo que hoy conocemos como “Correo Argentino”), instaló a partir del año 1858 buzones en la vía pública con el fin de facilitar el envio de cartas postales. Con la compra previa de estampillas, uno podía dejar una carta en estos buzones y el correo se ocupaba de recogerlas para enviarlas a su lugar de destino.

El lunfardo acuño la frase “Te vendieron un buzón” para hacer referencia a la estafa que más de un “vivo” hizo, haya por el comienzo del Siglo XX, vendiendo estos buzones que eran propiedad del Estado a algún ingenuo transeunte. Víctima de este “cuento del tío” las personas compraban algo que no se podía comercializar y que, más tarde, se daban cuenta del engaño.

Ahora bien, ¿qué tiene esto que ver con la psicología? Sin dudas que podemos encontrar una relación directa a tantas situaciones que nos pueden suceder en nuestras relaciones vinculares. ¿Acaso no hemos “comprado” elogios y palabras afectuosas de personas que no han sido sinceras con nosotros? ¿O cuántas veces hemos caído en “estafas emocionales”?

Los vínculos interpersonales no siempre se construyen sobre una base de sinceridad y la búsqueda del bien común. En muchos casos, nos podemos encontrar con personas que se acercan en busca de su propio bien, dispuestas a utilizar a otros para sus própositos, utilizando cualquier artilugio para conseguir lo que quieren. Son capaces de mentir, engañar y manipular al otro, y ese otro podes ser vos.

Claro que estamos hablando de relaciones “tóxicas” en donde nos “venden un buzón”.  Por lo tanto, surge la necesidad de estar atentos, de no abrirnos completamente a alguien que recién conocemos, a no mostrar nuestros puntos débiles sin estar seguros de la integridad del otro, a no quedar vulnerable frente a los demás.

Estar atento a todo esto, nos puede permitir reconocer que no todo lo que el otro me dice es una verdad revelada. Lo que me dice puede ser un nuevo “cuento del tío”, un engaño para hacer algo que no queremos o, que más tarde que temprano, nos vamos a arrepentir al descubrir esa trampa.

Una sana manera de evitar caer en este tipo de engaño es conocerse a sí mismo y, fundamentalmente, aceptarse, con nuestras virtudes y nuestros defectos. Confrontar lo que el otro dice con lo que nosotros somos. Y no “comprar” todo, sin realizar un discernimiento previo.

También, podemos encontrarnos con personas que nos conocen y utilizan el conocimiento de nuestras debilidades para aprovecharse de nosotros, para usarlo en su beneficio. Y en este caso, es más difícil no “comprar” un buzón porque “tienen razón”. Pero no siempre es así, utilizan esas debilidades para construir un razonamiento que suele ser falaz y arbitrario. Y aunque tenga una cierta lógica, nuevamente, tendremos que utilizar nuestro discernimiento para descubrir si no hay un engaño detrás.

Una buena manera de descubrir a los “vendedores de buzones” es saber que siempre se colocan en el lugar de víctima. Comienzan ellos siendo la “supuesta” víctima pero terminas vos siendo la víctima “real”. Luego, deforman la realidad. Claro está que esa deformación es sutil. Al igual que en el “cuento del tío” al que hacemos referencia, el buzón existe pero no es de su propiedad, en situaciones vinculares puede ser que exista algo real pero será deformado en función de construir el engaño. Por supuesto, que prima su interés personal, en ningún momento tiene en cuenta tus intereses, tienen una eximia habilidad para la manipulación y hará despertar en vos, antes y después, sentimientos de culpa.

A esta altura de tu vida, seguramente ya habrás comprado algún buzón. No podemos hacer demasiado con esos buzones. No sigas cargando con esa “culpa”, tómalo como un aprendizaje para tu vida. Pero es preciso que te des cuenta de estas situaciones vividas y que puedas identificar cuando quieren venderte un “buzón” y puedas decir: “No compro buzones”.