miércoles, 15 de febrero de 2012

¡Pobre San Valentín!

Día de la Madre, Día del Padre, Día del Niño, Día del Amigo, etc. Sabemos que todas estas fechas tienen un fin comercial pero también nos permiten saludar de un modo particular a quienes queremos de una manera especial. A su vez, son fuente de inspiración para expresiones artísticas -poesías, canciones, pinturas, esculturas- que hacen alusión a ese día. 
Más allá de todo, también nos invita a detenernos un instante y reflexionar sobre lo que significan estas fechas para cada uno de nosotros. Ayer nos toco el turno de San Valentín, pero ¿de dónde surge la celebración de San Valentín? Son varias las historias que se cuentan pero la más firme es la que relata la vida de un sacerdote cristiano del Siglo III, llamado precisamente Valentín.
Es en la época de los romanos, cuando se había prohibido el matrimonio a los soldados -ya que se creía que los hombres solteros rendían más en el campo de batalla que los hombres casados-, donde este sacerdote decidió hacer caso omiso a esta ley, unir en matrimonio a todas las parejas que se acercaba a él; a escondidas de los romanos. Por esta razón, fue perseguido, condenado a muerte y ejecutado un 14 de febrero. Siglos más tarde la Iglesia Católica canonizó a San Valentín como patrono de los enamorados.
¿Qué pasaría si hoy estaría San Valentín entre nosotros? ¿Cuántos lo irían a buscar para unirse en matrimonio? ¿Qué reacción tendría él al ver el sentido que hoy la conmemoración de su muerte? ¡Pobre San Valentín!
El mundo en el que vivimos se encarga de simplificarnos la cuestión: nos propone vivir de una manera fácil, nos propone un “Amor Líquido” —diría Zygmunt Bauman— sin base firme. Son caprichosas las generalidades y no todos lo viven así, pero hay una tendencia muy marcada de vivir el Día de los Enamorados, como una oportunidad de decir lo que sentís, de dejarte llevar por lo que “cúpido” te hace sentir, y dar rienda suelta a tus impulsos.
Entonces, si el Amor dura mientras te hace sentir sensaciones de éxtasis, va a durar poco. Disculpen que rompa el encanto de que en el Amor todo es lindo y gratificante. El Amor supone el esfuerzo, el entregarse mutuamente, el superar juntos los obstáculos que se puedan presentar, supone compromiso, respeto y, sobre todo, afecto. Un “Amor sólido”, capaz de soportar las tormentas que se puedan presentar, capaz de enfrentar a aquellos que están en contra del matrimonio, y este dispuesto a prometerse amor para toda la vida.
Necesitamos más de estos “enamorados”. ¡Basta de los que sólo compran una caja de bombones o dicen palabras románticas para seducir a su presa de turno! ¡Basta de los que sólo invocan al amor para tener una noche de pasión!
Necesitamos más “enamorados” capaces de construir un amor que sea entrega y no posesión. Necesitamos más “enamorados” que construyan un amor sólido y maduro. Necesitamos “enamorados” capaces de salir en la búsqueda de San Valentín y pedirle que los una en matrimonio “hasta que la muerte los separe”. 

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