martes, 12 de julio de 2011

Distinción entre Sexo y Sexualidad

En la introducción planteábamos la necesidad de distinguir dos conceptos claves para el tratamiento de este tema: sexo y sexualidad. Con frecuencia se los consideran como sinónimos pero proponemos su diferenciación para entender hacia dónde nos dirigimos a la hora de hablar de estas cuestiones.
Cuando nos referimos a la palabra sexo hacemos referencia a la relación sexual, a la genitalidad. En cambio, entendemos por sexualidad, en sentido amplio, “la manera de estar en el mundo y relacionarse con el mundo como persona masculina o femenina”.
Cuando hablamos de sexo, no hablamos sólo y exclusivamente del coito, también se relaciona con lo pulsional, la erotización cultural, la pornografía y la promiscuidad. Al hablar de sexualidad, nos referimos a la vivencia de la sexualidad humana que implica encuentro, comunicación y expresión del afecto.
En este sentido, hablar de sexualidad humana sería una redundancia, ya que el hombre es el único que puede vivir la sexualidad de este modo, una sexualidad que, precisamente, nos hace más humanos. “La sexualidad es el sexo en cuanto asumido por una psiquis humana, en cuanto es contextualizado en un ethos cultural, en una familia, confrontada con valores y creencias. Por eso sexualidad es mucho más que genitalidad y que sexo (en sus diferentes acepciones). La sexualidad incluye y concreta el afecto, las emociones, fantasías, miedos y culpas. De ahí que se nace con un sexo y se aprende (adecuada o inadecuadamente) la sexualidad”.
Comencemos diciendo que la sexualidad se puede dividir en distintas dimensiones, las mismas dimensiones que podríamos plantear para hablar de hombre. Es que no podemos pensar a la sexualidad como algo disociado de la esencia del ser humano. Es cierto que muchos autores, a lo largo de la historia, han tomado distintos aspectos del hombre para analizarlo, entenderlo y conceptualizarlo. Algunos, con una visión muy reduccionista, otros con una visión más amplia. Algunos, poniendo el acento sobre una determinada dimensión del hombre, otros, haciendo mención a la totalidad. Por lo tanto, detrás del tratamiento de un tema tan importante como el de la sexualidad, el lector tendrá que descubrir cuál es la conceptualización de hombre que subyace al abordar este tema por parte de un autor determinado.
No es la intención de este trabajo revisar los conceptos de hombre que se han vertido en la historia de la humanidad; simplemente queda asentado que, detrás del tratamiento de cualquier tema relacionado con la sexualidad, hay un concepto de hombre latente, que debemos identificar para saber cuál es el punto de partida y poder integrarlo, o no, a nuestra visión de la sexualidad humana.
“No debe estudiarse la sexualidad como un dato aislado; hay que integrarla en la totalidad de la vida humana con todas sus relaciones. De lo contrario nos deslizamos hacia un biologismo superficial (…) no basta con analizar los órganos  sexuales y su función biológica, aislándolos de la totalidad de la persona, porque el hombre es algo más que un animal regido por los instintos de conservación y de reproducción. Esto equivaldría a una despersonalización del sexo”.

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