martes, 5 de julio de 2011

Erotización de la Cultura 2° Parte

Si decimos que la juventud está ‘perdida’, ¿no nos tendremos que preguntar si la adultez no está también ‘perdida’? Muchos adultos persiguen el ‘elixir de la juventud’ en cremas o píldoras ‘rejuvenecedoras’, en el exceso de actividad física o en cirugías plásticas, atrapados en valores estéticos y en el culto a la imagen. Hacen ‘lo que sea’ para no asumir el paso de los años. Este fenómeno ha logrado que muchos adultos hayan perdido el rumbo y ya no sean modelos para los jóvenes.
“El problema que se presenta es la falta de confianza de los padres para encontrar la forma de vivir esta etapa de la vida con sentido. En este laberinto, la crisis se vive como un riesgo y se pierde la posibilidad de acercarse a los adolescentes desde la oportunidad. La mitificación de la juventud genera en los jóvenes no poder salir del momento vital en el que se encuentran porque en algún punto se topan con un par (el adulto)”. Es el adulto el que tiene que desmitificar la juventud, valorizar la adultez como etapa vital y encontrarle un nuevo sentido a su vida.
La disociación del sexo y el amor es una responsabilidad mayor en los adultos que en los jóvenes. Es más, podemos afirmar que muchas veces los adolescentes tienen una visión más integrada de sexo y amor, pero reciben de los adultos mensajes que alientan la falta de compromiso, la permisividad y una libertad sin responsabilidad que, por lo tanto, pierde su sentido más profundo.
No echemos directamente la culpa a los jóvenes si como adultos todavía ‘no la tenemos clara’. “Los valores universales están en decadencia. Esta es la razón por la cual cada vez más gente es capturada por un sentimiento de apatía y vacío existencial”. Por lo tanto, es necesario revalorizar las virtudes básicas como el respeto, la tolerancia, la solidaridad, y aplicarlas en nuestra vida y en la educación de nuestros hijos.
Queda planteado, entonces, que primero es preciso revisar nuestro concepto de sexualidad y darnos cuenta de que si nosotros no hacemos nada, la sociedad, los medios de comunicación, los ‘amigos’, se encargarán de insistir con el sexo, el placer, ‘lo que sentís’ y el ‘hacer el amor’ (que de amor tiene muy poco). Por lo tanto, podemos dejar a nuestros hijos a la deriva o brindarles una verdadera brújula, una brújula que marque un norte que les permita orientarse y llegar a buen puerto.

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