miércoles, 3 de agosto de 2011

Dimensión Biológica

A esta dimensión nos referimos bajo el concepto de sexo (algunos autores la denominan genitalidad). Ésta es la dimensión de la cual más se ha hablado y en la cual más se ha profundizado, en algunos aspectos con avances significativos y en otros con reduccionismos asombrosos.
Nos hemos alejado de aquellos cuentos fantásticos donde los hijos salen de ‘un repollo’ o han sido traídos por ‘la cigüeña de París’, y hemos avanzado hacia respuestas reales a la pregunta: ‘¿De dónde venimos?’. Los mitos van desapareciendo y esto permite una mayor comprensión de la concepción y del embarazo.
Por otro lado, parece que la sexualidad sólo se reduce a la dimensión biológica al hablar con nuestros hijos sólo de cuestiones anatómicas. En muchos casos, la escuela colabora en el acceso a esta información pero es necesario ampliar la visión hacia otras dimensiones.
Dentro de la dimensión biológica podemos mencionar principalmente dos áreas:
 Área anatómica: hace referencia a los aparatos reproductores femeninos y masculinos y a cada una de sus partes. Es importante conocer los nombres, así como también, las diferencias entre los genitales femeninos y masculinos.
Área Fisiológica: se refiere desde el funcionamiento de los distintos órganos que componen los genitales femeninos y masculinos, hasta los aspectos endocrinos y del sistema nervioso implicados en la relación sexual.
La reproducción es otra función de la sexualidad relacionada con la dimensión biológica. En muchas ocasiones, la procreación es negada por los padres o “controlada” por métodos anticonceptivos de relativa efectividad. Cabe aclarar que ninguno de los métodos anticonceptivos de barrera, farmacológicos o naturales, tienen un 100% de eficacia como muchos han anunciado. Los métodos anticonceptivos más conocidos, si se usan correctamente, alcanzan una efectividad entre un 95% a un 99%. Si el método no se usa correctamente, las posibilidades aumentan. Muchos dirán que el margen es mínimo, pero ¿qué pasaría si le toca a usted? Siempre cabe la posibilidad de que la mujer quede embarazada a pesar de haber utilizado algún método anticonceptivo.
Los padres han avanzado hacia explicaciones más reales sobre la concepción y el embarazo. En las escuelas se trabaja, desde una temprana edad, en la diferenciación de los órganos reproductores y en el cuidado del propio cuerpo. No es casualidad que se hable de órganos reproductores y no de genitales, ya que se identifican esos órganos sólo con una de sus funciones: la reproducción.
En algunos casos, se avanza en aspectos más fisiológicos que permiten una mayor comprensión de los mecanismos que se activan como base de una conducta sexual pero no hacen mención a otros aspectos. No consideran otras dimensiones de la sexualidad.
Muchos padres consideran que con la explicación de estos aspectos anatómicos y fisiológicos alcanza para responder a todas las inquietudes y dudas que pueda tener un niño o un adolescente. Agregan el cuidado ante las enfermedades de transmisión sexual y los métodos anticonceptivos que se pueden utilizar para evitar embarazos no deseados. De esta manera, reducen a estos temas la formación de la sexualidad de sus hijos.
Nos enfrentamos con una posible primera reducción de la sexualidad: los enfoques biológicos-higienistas han centrado su visión en la información y el cuidado del cuerpo (la prevención de enfermedades de transmisión sexual [ETS] y el HIV/SIDA; embarazos no deseados), sin dedicar espacio a otras dimensiones de la sexualidad.
Otro aspecto de la dimensión biológica son los instintos, entendidos como el sentido de un impulso biológico básico que tiende hacia una respuesta inmediata, característico de las conductas animales. Podemos hablar de instinto de conservación y de reproducción.
Freud, al estudiar el concepto de instinto, descubre que muchas conductas humanas iban en contra de esos instintos, por lo tanto, desarrolla el concepto de ‘pulsión’, ya que considera que los instintos son respuestas a estímulos generados desde el exterior de la persona, mientras que en la pulsión los estímulos vienen del interior. “Si consideramos la vida anímica desde el punto de vista biológico, se nos muestra la ‘pulsión’ como un concepto límite entre lo anímico y lo somático, como un representante psíquico de los estímulos procedentes del interior del cuerpo que arriban al alma (…) El fin de la pulsión siempre es la satisfacción”. Distinguió dos grupos de pulsiones primarias: las pulsiones del yo o pulsiones de conservación y las pulsiones sexuales.
El pensamiento de Freud, seguido por otros autores de su época como Marcuse y Reich, dio origen a una revolución ideológica que ha hecho que se pasara de una actitud represiva de lo sexual a una sobrevaloración de la satisfacción de los deseos más impulsivos, sin limitación ni censura, rozando la promiscuidad.
La Teoría Sexual de Sigmund Freud, según Leonardo Castellani, “fue clasificada por muchísimos autores de pansexualismo; y no hay duda de que en su primera elaboración la especulación de Freud parece hipnotizada por la libido, convirtiéndose así en un monoinstintivismo. En respuestas a objeciones adversas, Freud admitió pronto que no todas las neurosis tenían un origen sexual, manteniendo —no obstante— siempre su principio un poco ambiguo: con una vida sexual sana, ninguna neurosis es posible”.
Si se niegan las otras dimensiones de la sexualidad nos encontramos con una sobrevaloración del placer como única finalidad de la sexualidad y “el sexo se va reduciendo a una simple descarga del ardor que se acumula en ciertas partes del cuerpo por efecto de procesos biológicos. Esta reducción del sexo a lo biológico provoca una severa frustración tanto psicológica como espiritual”.
Existe aquí una reducción de la sexualidad: la satisfacción inmediata de todos los impulsos, la “vía libre” para todas las fantasías, la exploración a nuevas experiencias sexuales, son algunos de sus rasgos fundamentales.

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