lunes, 9 de mayo de 2011

Formación, no sólo información.

En muchos casos tienen una información escasa o, aún peor, errónea del sexo. En pocos casos se mantiene un diálogo más profundo abarcando más dimensiones de la sexualidad, pero no necesariamente hablamos de valores, y es precisamente en el tratamiento de las virtudes en donde encontraremos herramientas para darles la formación necesaria a nuestros hijos para que enfrenten los estímulos que se les presenten.
¿Por qué planteamos ésto con tanta seguridad? Si logramos transmitir valores a nuestros hijos, lograremos formar personas maduras, que sepan realmente lo que quieren para sus vidas y que desarrollen la voluntad para hacerlo, y no personas que se dejen llevar ciegamente por los impulsos y los deseos.
Allí es donde queremos apuntar: a una formación íntegra de la persona, con dominio de sí, capaz de afrontar las tentaciones que se le van a presentar en el camino, no sólo durante la adolescencia y la juventud, sino también a lo largo de toda su vida. Este dominio de sí, de sus impulsos, de su cuerpo, de su imaginación, es parte indispensable de una educación en valores que le permitirá conducir la sexualidad hacia una expresión adecuada de su capacidad de amar.

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