miércoles, 18 de mayo de 2011

Prólogo de Walter Bonillo 2° Parte

La exageración en cualquiera de estos polos conlleva la pérdida de la plenitud humana. Exagerar el peso del proyecto sobre la libertad nos lleva al vicio de la  rigidez y su intento de clonar comportamientos, de clonar hijos. El resultado es inmediato: no serán ellos mismos por más atractivos que nos parezcan. Nosotros no habremos sido modelos que expongan valores dignos de imitar, sino ídolos que sólo generan copias, simples payasos y fantoches. No debemos dejar de proponerles ideales, sin embargo ellos los recrearán a su modo.
De modo análogo, la exageración en el polo opuesto nos conduce al vicio de dejar huérfanos a nuestros hijos. La libertad concreta no se ejercita en el vacío sino en un plexo de propuestas alternativas. No se es padre por el sólo hecho de engendrar; padre, comentaba Tomás de Aquino, es quien reconoce al hijo. Padre es el que cuida de su fragilidad y le propone sus posibles más propios. La tarea de un padre no queda limitada a liberar al hijo de sus debilidades y pobrezas, supone también estar presente para mostrarle los horizontes que darán sentido a su crecimiento.
La síntesis referida y encarnada en el corazón de nuestros hijos no se alcanza cabalmente si no existe un auténtico testimonio de verdad y de vida por nuestra parte. Nuestros jóvenes necesitan no sólo de nuestras palabras, también de nuestros gestos. El hombre contemporáneo, enseñaba Juan Pablo II, cree más en los testigos que en los maestros, cree más en las experiencias que en las doctrinas, cree más en los hechos que en las palabras. Seamos nosotros lo que deseamos que sean nuestros hijos.
En esta dirección, el autor del libro nos acerca la mirada de quien, por su práctica profesional y su tarea docente, muestra una fecunda cercanía con nuestros niños y jóvenes. Más allá de su manifiesta esta altura académica se anima a hablarnos con sencillez y claridad de aquello de lo que no se habla: de la sexualidad. El objetivo de su trabajo es acercar a padres y educadores una serie de ideas y conceptos que les permitan hablar con los hijos y alumnos, sobre un tema tan controvertido como la formación de la sexualidad humana. No busca detenerse en el plano informativo sino más bien consolidar en nuestros jóvenes una formación sólida.
Ahora bien, ¿podemos decir que no se habla de sexualidad en una sociedad que ha hecho del sexo un aviso publicitario y lo ha convertido en la bandera de la ‘eterna juventud’? Esta circunstancia despierta en el autor, precisamente, la necesidad de elucidar lo que significa ‘hablar de sexualidad’.
En el texto se explicita la distinción entre sexo y sexualidad. A pesar de que en la actualidad el sexo es un tema recurrente y forma parte, incluso, de propuestas educativas, su tratamiento no ha logrado encauzar un adecuado crecimiento en nuestros jóvenes. La cantidad de embarazos tempranos y no deseados, los abortos y el abandono de niños, nos indica que hemos dejado demasiado tiempo esta dimensión e inquietud de nuestros hijos en manos ajenas, no siempre bien intencionadas. Hemos dejado de estar allí para nuestros hijos, y ellos necesitan nuestra presencia.

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